Archivo de la etiqueta: Leyenda

Árbol de los Deseos

El deseo forma parte de la naturaleza humana. Según el pensamiento occidental, es un motor vital que impulsa nuestra conducta y nos mueve a realizar acciones para satisfacerlo. Cuando se anhela algo con vehemencia, somos capaces de hacer cuanto sea necesario para obtenerlo. El deseo está en el origen de la superación personal, es una pulsión de vida, una fuerza inspiradora que nos lleva a la creatividad.

En cambio, en contextos filosóficos orientales como el budista, el deseo es la causa de todo sufrimiento. Se sufre por no poder alcanzar los deseos. El deseo paraliza y obstaculiza el progreso espiritual.

Los deseos son tan importantes en la vida humana que, tanto en las culturas antiguas como en las actuales, se han desarrollado rituales para pedir que se cumplan. Existe una variedad de tradiciones, laicas y religiosas, para dar forma al acto de pedir que se nos concedan nuestros anhelos. A través del rito, manifestamos los íntimos deseos y dirigimos nuestra petición a Dios u otra divinidad, al cosmos, a las fuerzas de la naturaleza o a la fuerza del destino (según la fe de cada cual), en la confianza de que estos entes ostentan el poder de concederlos.

Quizás no somos conscientes, pero en muchos momentos de la vida cotidiana realizamos pequeños rituales de este tipo: cuando vemos una estrella fugaz, cuando soplamos las velas de cumpleaños, cuando tomamos las doce uvas de Año Nuevo o cuando brindamos por la buena travesía de una nueva aventura personal o profesional. De manera colectiva, está extendida la práctica religiosa de asistir a un templo a realizar plegarias de petición de deseos.

En algunas creencias y culturas el rito consiste en acudir a un árbol, el Árbol de los Deseos, un árbol individual concreto que los devotos creen que tiene el poder de cumplirlos. La petición se realiza mediante ofrendas o notas con los deseos escritos que se cuelgan de sus ramas. El árbol representa así al ”Ser que Concede los Deseos”, ya sea el espíritu de la naturaleza, una deidad o el cosmos mismo. Esta antigua tradición se mantiene en diversas partes del mundo como Japón, China, India y otros lugares; también en Europa permanecen vestigios de ella en algunos enclaves como Escocia e Irlanda.

Imagen de Kalpa Vriksha

Imagen de Kalpavriksha

Hoy en día, el rito del Árbol de los Deseos está resurgiendo con fuerza renovada en la sociedad occidental. Una parábola, una obra de arte (instalación) y un relato infantil nos ilustran la importancia de estos “árboles” en nuestra cultura.

Una parábola

En la mitología india, aparece el “Árbol que Concede los Deseos”, Kalpavriksha en sánscrito (Wish Fulfilling Tree en inglés), un árbol considerado sagrado entre los hindúes. Sobre este Árbol de los Deseos, se cuenta una parábola en los textos antiguos indios de la que se conocen diversas versiones:

Un sofocante día de verano, un viajero caminaba muy cansado a causa del calor. A un lado del camino vio un gran árbol y fue a sentarse junto al tronco para descansar y disfrutar de la sombra. En la fresca sombra del árbol se puso muy contento. Entonces se dijo a sí mismo:
—¡Qué afortunado sería si también pudiera tener un vaso de agua fresca!
Al instante, apareció un jarro con agua. Después de tomar el agua, pensó:
—Ahora ya sacié mi sed, pero cuán feliz sería si aquí hubiera una buena cama, pues este suelo es muy duro y áspero.
De inmediato apareció una suave cama. Entonces pensó:
—Ni en mi casa tengo una almohada ni una cama así. Si mi esposa estuviera aquí y viera esto, ¡qué feliz sería!.
Al momento, también apareció su esposa. Entonces el hombre pensó para sí:
—Estoy en un área remota y cerca de un bosque; podría venir un tigre y devorarme.
En un segundo apareció un tigre y ¡se lo comió!

Dice el gurú Sai Baba (India, 1926-2011) al respecto de esta parábola: “El árbol bajo el cual el hombre se había sentado era el Árbol que Cumple todos los Deseos. Este mundo en que vivimos es un mundo-árbol de los deseos. Estamos sentados bajo su sombra. Si tenemos deseos o pensamientos malos, nos sucederá el mal y, si pensamos bien, el bien nos llegará. Por lo tanto, cuando nuestros pensamientos, sentimientos y acciones son puros, el árbol de los deseos del mundo nos dará las cosas buenas que deseamos. Tanto el bien como el mal vienen solamente de nuestros corazones, nunca vienen del exterior. Es por eso que debemos mantener nuestros corazones tan puros como sea posible”.

En la tradición popular española, contamos con el proverbio de enseñanza semejante “hay que tener cuidado con lo que se desea porque se puede cumplir”.

Una obra de arte

En la actual expansión de los «Árboles de los Deseos» (Wishing Trees, en inglés) en la cultura occidental ha tenido gran influencia la obra de la conocida artista Yoko Ono. Yoko Ono vivió la tradición del Árbol de los Deseos durante su infancia en Japón. Cuenta que, de pequeña, solía ir a un templo y escribir su deseo en una pequeña pieza de papel que después ataba a la rama del Árbol de los Deseos situado en el patio del santuario.

La artista japonesa se adhirió al arte conceptual, en el que el contenido, el mensaje y el estímulo del pensamiento crítico son más importantes que la forma física y el empleo de técnicas de realización. Sus obras (escritura, música, películas, dibujos, instalaciones, etc.) tratan temas como la libertad de pensamiento, la paz, la lucha contra el racismo y el sexismo, o la valoración de las pequeñas grandes sensaciones cotidianas. Su arte se caracteriza por la economía de recursos con la que logra un máximo efecto.

Yoko Ono comenzó a trabajar el motivo del Árbol de los Deseos en la década de 1990 y sigue en la actualidad. En sus exposiciones, aprovecha la presencia de un árbol (que suele estar en los jardines de los museos) para hacer una instalación de arte; deposita papeles y lápices junto al árbol e invita a los asistentes a la instalación a escribir sus deseos en los papeles y colgarlos de las ramas, convirtiéndolo así en un Árbol de los Deseos.

Sus Árboles de los Deseos se han instalado en museos de diversos países como EE UU ( Jardín de las Esculturas del Museo de Arte Moderno de Nueva York, 2010 y en el Museo Hirshhorn de Washington DC, 2007), Reino Unido, Finlandia, India y España (Guggenheim de Bilbao, 2014). En cada país, la artista usa diferentes especies de árboles para sus instalaciones, y una vez concluida la exposición, recolecta todos los deseos proporcionados por los visitantes. El éxito de participación es tal que finalmente ha concebido un destino para ellos. En Reikiavik (Islandia), ha construido la instalación «Torre Imagina La Paz» (Imagine Peace Tower, en inglés), se trata de una torre de 10 metros de radio que emite una columna de luz azul intenso hacia lo hondo del cielo y en su base, en el pozo de los deseos, acoge los deseos expresados por miles de personas de todo el mundo.

Foto de Naomi Sachs del Árbol de los Deseos de Yoko Ono en Washington DC.

Foto de Naomi Sachs del Árbol de los Deseos de Yoko Ono en Washington DC.

El concepto interesante que propone Yoko Ono es la certidumbre de la fuerza del deseo, como energía que mueve y desencadena cambios a favor de su realización. Los deseos reunidos, puestos juntos, conforman una gran plegaria colectiva dirigida al Universo. Aunque ella reúne todos sin distinción –los personales y los colectivos, los más generosos y los menos-, su confianza se sustenta en el ideario que compartió con su fallecido esposo el ex-beatle John Lennon; los deseos globales de paz y de un futuro mejor para la humanidad que quedaron recogidos en la emblemática canción Imagine: «Imagina a todo el mundo viviendo la vida en paz, imagina a todo el mundo compartiendo el mundo…»

Quien desee sumarse a esta plegaria universal Ono-Lennoniana puede hacerlo enviando su expreso deseo a esta dirección.

Un relato infantil

El Árbol de los Deseos (The Wishing Tree), publicado por primera vez en 1964, es el único cuento para niños del escritor estadounidense, Nobel de Literatura, William Faulkner (1897-1962)¹. Situada en el sur de EE UU, la historia cuenta la aventura de la niña Dulci, acompañada de su cuidadora Alice, su hermano pequeño Dicky, su vecino George y su sorprendente amigo pelirrojo Maurice, en busca de El Árbol de los Deseos. Un viejecito peculiar y un soldado, que resulta ser el marido de Alice, se unen a la búsqueda.

wsh1En mitad de un bosque, encuentran un precioso árbol de hojas blancas y cada uno coge una hoja, tan pronto como las tocan, las hojas cambian de color, un color diferente para cada uno, según el color de los deseos de cada cual. A partir de ese momento los deseos comienzan a cumplirse, pero también empiezan a tener deseos egoístas que complican bastante las cosas. Finalmente, después de experimentar las malas consecuencias de los deseos que hacen daño a otros, Dulci y sus acompañantes se dan cuenta del valor de tener deseos que beneficien a todos y no solo a uno mismo.

El relato es fresco, sorprendente, original, con magnífica prosa, humor irónico y trasfondo filosófico moral. Estimula  a reflexionar con pequeños y mayores sobre la naturaleza de nuestros deseos y sus consecuencias, sobre los deseos egoístas y los deseos generosos, sobre los deseos que nos ayudan a crecen y los que entorpecen nuestro buen discurrir por la vida.

Los Deseos del Árbol

El Árbol de los Deseos nos concede los deseos que le pedimos. Pensemos ahora en los propios árboles, ¿tienen deseos? Seguramente sí.

Trato de imaginar que soy un árbol, y me pregunto cuáles serían mis deseos. Si John Lennon hubiera hecho este ejercicio de empatía tal vez hubiera plasmado algunas posibles aspiraciones de los árboles en su célebre canción:

Imagina a todos los árboles
viviendo el día a día,
con abundante tierra y agua,
y con aire limpio.
Imagina a todas las personas y todos los árboles
compartiendo el planeta.
Espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo sea uno solo…²

_____________________________

¹ Faulkner, W. 2010. El Árbol de los Deseos. Traducido por Jose Luis López Muñoz, Alfaguara, Madrid (edición original en inglés de 1964).
² La Declaración de los Bosques de Nueva York proclamada por las Naciones Unidas en 2014 termina con el deseo-compromiso de «un mundo donde las personas y los árboles crezcan juntos».


Escrito por Rosa, jueves 8 de enero 2015.

Fuentes
Parábola india del Árbol de los Deseos, según Sai Baba.

El Árbol de los Deseos en el arte de Yoko Ono.
«Torre Imagina La Paz», Reikiavick (Islandia).
En este blog, post Alcornoque de los deseos.
En este blog, deseos a la Virgen en el post Nuestra Señora del Roble

Historias de castaños

En el otoño, los paisajes oscuros siempreverdes de algunas sierras del sur de España se visten con tonalidades ocres que desvelan la presencia de los castañares. En el paisaje vegetal mediterráneo los castaños destacan como árboles singulares: tienen grandes hojas de bordes aserrados que caen en invierno; los frutos espinosos (erizos) esconden de uno a tres aquenios (castañas) sabrosos y nutritivos; la madera es de buena calidad y crecimiento rápido.
Castanea_Ronda_dic2014
¿De dónde vienen los castaños?

Las hipótesis evolutivas recientes proponen que los ancestros del género Castanea se originaron en los bosques del este de Asia al principio del Paleoceno (hace unos 60 millones de años). Desde allí, un linaje migró hacia el oeste, a partir del cual se diferenciaron (hace unos 43 millones de años) los antepasados del castaño europeo (Castanea sativa). Posteriormente, pasaron a Norteamérica a través de un antiguo puente noratlántico y se diferenciaron los castaños americanos.

Lang_2006_MolPhylogen-Castanea

Mapa del género Castanea con su posible ruta migratoria y evolutiva. Tomado de Lang y cols. (2007)

Las siete especies existentes del género Castanea que se distribuyen por el Hemisferio Norte son pues el resultado de un proceso lento de evolución, dispersión y diferenciación durante millones de años. Una historia apasionante que se ha podido reconstruir analizando y comparando las secuencias del ADN cloroplástico de castaños de todo el mundo¹.

La domesticación del castaño europeo

El castaño silvestre posiblemente estaba extendido por toda Europa. Durante las sucesivas glaciaciones del Pleistoceno (la última terminó hace unos 11.000 años) hubo una extinción masiva de especies arbóreas al quedar cubierto parte del continente por el hielo. Algunas poblaciones de castaño y de otras especies sobrevivieron en los llamados «refugios» del sur. Se han identificado seis posibles refugios para el castaño; los más importantes estarían en la Transcaucasia y la orilla sur del Mar Negro, las penínsulas de Grecia e Italia, y en Iberia la Cordillera Cantábrica, Galicia y norte de Portugal.

Las primeras evidencias del cultivo del castaño son de hace 3.700 años en la península de Anatolia (Turquía). Durante la época griega, Teofrasto (siglo III-IV a.C.) mencionó la utilidad del castaño para la producción de madera y carbón en su obra «Historia de las Plantas». Las técnicas griegas para la domesticación del castaño pasaron a la cultura latina y fueron aplicadas en Italia, posiblemente en castaños silvestres nativos (se han encontrado diferencias genéticas entre los castaños griegos e italianos). Desde Italia el cultivo del castaño se expandió a todas las regiones ocupadas por el Imperio Romano, incluidas las Islas Británicas. El agrónomo romano Columela (nacido en Gades, Cádiz, el año 4 d.C.) en su obra De re rustica («Los trabajos del campo») destacaba las cualidades de la madera de castaño para los postes que soportaban las viñas. Parece que tanto para griegos como para romanos el uso principal del castaño era la producción de madera y solo secundariamente las castañas para alimentación ².

La producción de castañas tuvo su apogeo en Europa occidental durante la época medieval (siglos XI a XVI). Para muchos pueblos de zonas montañosas constituía la principal fuente de hidratos de carbono, el llamado «pan del bosque».

Castaños con historias

Los árboles grandes y viejos inspiran sentimientos de veneración, respeto y admiración. Es frecuente que tengan asociadas historias y leyendas sobre eventos singulares protagonizados por personajes notables, de la realeza o santos. Viajemos a Sicilia, a Londres y a la sierra de Málaga para visitar tres castaños singulares con interesantes historias.

El Castaño de los Cien Caballos es un árbol magnífico que vive en las laderas del Etna, en Sicilia (Italia). Según la leyenda, cuando la reina Juana de Trastámara (1454-1517), Infanta de Aragón, Reina de Nápoles y hermana menor de Fernando el Católico, visitaba aquellas tierras fue sorprendida por una tormenta y se refugió con su séquito de 100 caballeros bajo la copa de este inmenso castaño. En otras versiones de la leyenda la reina es Juana I de Nápoles (1326-1382) o Isabel de Inglaterra (1214-1241), casada con Federico II de Sicilia. Todas las historias coinciden en que era una reina con un séquito de 100 caballeros que buscaron protección bajo la amplia copa del castaño.

Castaño de los Cien Caballos por JP Houël (Museo del Louvre).

Castaño de los Cien Caballos por JP Houël (Museo del Louvre).

 Cuando en 1780 se midió su perímetro de tronco alcanzaba los 58 m., todo un récord (recogido en la lista Guinness). Unos años antes (1777) fue retratado por el artista y viajero Jean Pierre Houël ³; se puede observar en la obra que existía un cobertizo construido en su interior. Actualmente sobreviven cuatro troncos (el mayor con 22 cm. de perímetro) que rodean un gran centro hueco. Se estima su edad entre 2.000 y 4.000 años, aunque probablemente no supere los 2.500 años. Situado a tan solo 8 km. del cráter del Etna es un milagro que haya sobrevivido tanto tiempo a pesar del riesgo de las erupciones y la lava volcánica; «una supervivencia milagrosa de un tiempo profundísimo» en palabras del escritor siciliano Vincenzo Consolo.

A iniciativa del Ayuntamiento de Sant´Alfio, en 2008 la UNESCO declaró al castaño «Monumento mensajero de la paz en el mundo». Entre otros motivos porque «junto a este árbol uno siente la armonía con la naturaleza, en paz con nuestros semejantes y con el Universo (…) el ánimo encuentra su equilibrio y el cuerpo su bienestar.»

Kew_oldest_chestnutEl árbol más antiguo de los Kew Gardens, cerca de Londres (Inglaterra), es un castaño. Cuando visité en marzo 2011 este Jardín Botánico, mientras admiraba otros árboles más vistosos reparé en su tronco grueso, de 8,4 m. de perímetro. Estaba todavía sin hojas y no sabía muy bien qué especie de árbol era hasta que leí en el cartel informativo su singular historia. Posiblemente formaba parte de la avenida de los castaños (llamada Love Lane, camino del amor) plantados sobre 1730 en los jardines de la reina Carolina de Brandeburgo-Ansbach, consorte de Jorge II. En Inglaterra lo llaman «castaño dulce» o «castaño español» (Spanish chestnut) porque eran importados principalmente desde España.

El Castaño Santo se encuentra en un lugar remoto de las sierras de Málaga (España). Es un ejemplar singular con más de 14 m. de perímetro de tronco (21 m. si se mide en la base) y una edad estimada de 800 años.

Algunas historias refieren que su nombre se debe a que cerca del árbol habitaba un ermitaño, y sería por tanto el «castaño del santo». Sin embargo, la leyenda más extendida cuenta que bajo este árbol se celebró en 1501 una misa, en la que el rey Fernando el Católico (1479-1516) y su ejército pidieron la bendición antes de la batalla por la conquista de Marbella. Según otras versiones fue Luis Ponce de León, duque de Arcos (1528-1573), quien bajo este castaño asistió a una misa de acción de gracias tras aplacar las revueltas de los moriscos. El carácter de «templo» natural donde los guerreros rezaron y agradecieron la victoria contra los infieles le daría el apelativo de «santo».

Cartel turístico en Istán con la localización (Nº 8) del Castaño Santo.

Cartel turístico en Istán con la localización (Nº 8) del Castaño Santo.

En el siglo XXI el Castaño Santo es motivo de atracción turística en el cercano pueblo de Istán, aunque no es fácil llegar, hay que recorrer más de 30 kms de pista forestal. Este espléndido castaño está catalogado en la lista de árboles singulares de la provincia de Málaga, pero se halla en una finca particular y no cuenta con ningún tipo de protección especial; parece que ha sido propuesto como «Monumento Natural».

Cuando lo visitamos en diciembre 2011 sus raíces descalzadas habían sido cubiertas con tierra y piedras para protegerlas en la zona erosionada de la pendiente, además un letrero pedía que se respetara el árbol durante la visita. Era un día de final de otoño, estuvimos sentados junto al árbol prácticamente solos, se podía sentir esa paz y esa armonía que infunde un árbol centenario.

Que se llame «castaño santo» no significa que haya tenido o tenga un significado sagrado para la población local. A pesar de que en la web «Monumental Trees» lo hayan traducido como «Castaño sagrado». No podía ser un árbol sagrado porque la iglesia católica no lo hubiera permitido; algún San Bonifacio local lo hubiera talado y quemado como símbolo pagano.

Castaño_Santo_Istán_dic2011

Posiblemente la historia de la misa, la guerra contra los infieles y el apelativo de «santo» lo haya salvado de la tala y la quema en esos largos 800 años. De hecho, es muy difícil encontrar árboles viejos, «milagrosos supervivientes de los tiempos profundos» (como diría Consolo), en el sur de España. En ese sentido, se puede considerar «santo» porque realmente es un milagro que haya sobrevivido hasta nuestros días. Y gracias a ese milagro podemos imaginar cómo serían los castaños salvajes, viejas moles de madera que morían de muerte natural, en aquellos bosques primigenios del Mediterráneo.

_______________________________

¹ Lang, P., Dane, F., Kubisiak, T. L. y Huang, H. (2007). Molecular evidence for an Asian origin and a unique westward migration of species in the genus Castanea via Europe to North America. Molecular phylogenetics and evolution, 43: 49-59.
² Conedera, M., Krebs, P., Tinner, W., Pradella, M. y Torriani, D. (2004). The cultivation of Castanea sativa (Mill.) in Europe, from its origin to its diffusion on a continental scale. Vegetation History and Archaeobotany, 13: 161-179.
³ Jean-Pierre Houël (1782). Voyage pittoresque des Isles de Sicile, de Malte et de Lipari. Paris.

 

Escrito por Teo, jueves 18 de diciembre 2014.

 

Enlaces
Ficha del Castaño de los Cien Caballos (Sicilia, Italia) en la web Monumental Trees
Ficha del castaño del Jardín Botánico Kew en la web Monumental Trees
Ficha del Castaño Santo de Istán en la web Monumental Trees
Página web del ayuntamiento de Sant’ Alfio (Italia) sobre el Castaño de los Cien Caballos
Página web del Ayuntamiento de Istán (España) sobre el Castaño Santo
Castaño Santo en el Catálogo de árboles singulares de la provincia de Málaga
Leyenda de San Bonifacio en el post Siempreverdes en Navidad

Nuestra Señora del Roble

Paseando por arboledas, a veces llego a lugares en los que de repente siento algo indescriptible que me obliga a detenerme. Puede que sea la majestuosidad de un árbol concreto que parece hablarme, o bien la luz, o la atmósfera de encantamiento que envuelve un recoleto grupo de árboles. Lo cierto es que me siento traspuesta; mi mente se acalla de inmediato y mi ánimo da un salto hacia dentro, hacia mi consciencia más profunda; entro en estado de éxtasis por el impacto de la belleza conmovedora de los árboles.  En esos momentos puedo comprender la admiración y reverencia que sintieron por los árboles los pueblos antiguos, pues su poder silencioso me alcanza.

Un día de primavera, explorando las arboledas alrededor del pueblo de Constantina (Sierra Norte de Sevilla), descubrí la ermita de la Virgen del Robledo. Ya conocía advocaciones de la Virgen relacionadas con el mundo vegetal, sin embargo, desde que escribo este blog, era la primera vez que me encontraba en un lugar concreto donde se había manifestado esta misteriosa relación Virgen-Árbol. En la tradición católica hay muchas manifestaciones de vínculo espiritual de los árboles y arboledas con la figura de la Virgen María que muchos autores conectan con veneraciones a los árboles sagrados de los tiempos precristianos.

Ermita_Robledo_Constantina

En la religión católica la Virgen María recibe muchos nombres complementarios o advocaciones que la relacionan con árboles. En esos casos los nombres de árboles o de formaciones boscosas se añaden a “Virgen”, “Santa María” o “Nuestra Señora”. El origen de estas denominaciones casi siempre está vinculado a apariciones de la Virgen sobre las ramas de algún árbol o a los hallazgos de imágenes marianas escondidas en oquedades de troncos. Son sucesos envueltos en cierto misterio que suelen ir acompañados de episodios milagrosos y del inicio de una fervorosa devoción popular, con la consiguiente edificación de una ermita o santuario en el lugar arbolado.

El culto a estas advocaciones marianas relacionadas con sitios boscosos o con algún árbol, está bastante extendido por Europa y América. En España, se puede encontrar toda una variedad de advocaciones arbóreas de la Virgen, que son usadas como nombres propios de mujeres y niñas.  Como ejemplos de nombres con árboles, se pueden citar la Virgen del Pino, del Olmo, del Sauce, del Fresno, del Enebro, de la Sabina, de la Palmera (o de la Palma), de la Higuera, del Almez y del Tejo; y de nombres con arboledas, la Virgen del Hayedo, de la Olmeda, del Pinar y del Enebral. También existen advocaciones relativas a especies cultivadas como la Virgen del Castaño, del Cerezo, del Manzano, de la Oliva, del Olivar, del Avellanar y de la Nuez¹.

Los árboles que más veces aparecen en las advocaciones marianas son los cuercos (especies del género Quercus), tanto los robles (Virgen del Roble, del Robledo, de la Carballeda, del Carballo, del Rebollet y del Roure), como la encinas (Nuestra Señora de la Encina, del Encinar o del Carrascal). Hay que recordar que en Europa el roble era venerado como árbol sagrado durante los tiempos precristianos.

Me he detenido a explorar con más  atención tres ejemplos de esta asociación de la Virgen con el roble. La más cercana es la Virgen del Robledo de Constantina (en la provincia de Sevilla donde resido, en España), la segunda es Nuestra Señora del Roble, al otro lado del Atlántico, en México, y por último, María del Roble en Alemania. Tres historias diferentes pero con mucho en común.

Virgen del Robledo, Constantina, España

La leyenda cuenta que:

Virgen del RobledoEn el  paraje conocido como “El Robledal”, un joven pastor llamado Melchor estaba cuidando sus ovejas y de repente vio en un roble un intenso resplandor, al acercarse  descubrió a la Virgen María encima de las ramas del árbol.  Fue a contarlo al pueblo, pero nadie le creyó y el cura de la parroquia le pidió alguna prueba. El pastor volvió hasta el roble y la Virgen le dijo que cuando regresara al pueblo los vecinos se habrían curado de la peste bubónica, que entonces azotaba a la villa, y que ante el sacerdote se descubriera el pecho. 

Cuando llegó a Constantina le dijeron que los enfermos habían sanado y, al encontrarse con el cura, se descubrió el pecho y tenía una rosa grabada en su piel. Entonces, todos los vecinos del pueblo se dirigieron al árbol de la aparición a rezarle a la Virgen. Poco después, en ese lugar se levantó una pequeña ermita para darle culto. La imagen, tomó el nombre de la arboleda “Virgen del Robledo” y con el tiempo se convirtió en la Patrona de la localidad.

La Hermandad de Nuestra Señora del Robledo de Constantina data de antes de 1568. La primera imagen de la Virgen fue destruida en 1936 (durante la Guerra Civil); en 1937, el imaginero Castillo Lastrucci realizó una talla que es la que hoy se conserva.

Cada agosto la Virgen es trasladada desde la ermita a la parroquia de la villa y el último sábado de septiembre se le devuelve a su ermita en romería popular.

Nuestra Señora del Roble, Monterrey, México

La leyenda cuenta que:

En 1592, el misionero franciscano Fray Andrés de León, antes de salir a evangelizar una tribu cercana, colocó una imagen de la Virgen en una oquedad de un roble para protegerla de las incursiones de los indígenas nómadas hostiles. Poco después, el ataque de tribus próximas o la rebelión de los indios evangelizados obligó a los misioneros y conquistadores a abandonar la misión a toda prisa sin recoger la imagen, que quedó allí abandonada. 

Años más tarde, alrededor de 1626, cuando ya se había fundado la ciudad de Monterrey (México), una pastorcita que cuidaba un rebaño de cabras oyó que la llamaban insistentemente desde un roble y se acercó con curiosidad al lugar de donde procedía la vocecilla misteriosa. Para su sorpresa, encontró en la oquedad del tronco la pequeña imagen de la Virgen María envuelta en luz  y desprendiendo un suave olor. Rápidamente corrió y avisó a sus padres y al cura, quien se convenció de la veracidad de la manifestación de la Virgen y pidió a sus feligreses que llevaran en procesión la imagen mariana a la iglesia parroquial. 

Mural Basilica del Roble 2

Pero a la mañana siguiente la Virgen no estaba en la parroquia, sino que había vuelto al mismo hueco del roble donde la niña la hallara. El hecho se repitió tres veces, por lo que finalmente decidieron edificar un templo donde estaba el árbol.

Hoy, en el lugar de la primera capilla, existe la basílica de Nuestra Señora del Roble, con el campanario más alto de todo México, donde se sigue venerando la misma imagen que encontró la pastorcilla hace 400 años. La figura es una pequeña escultura de 58 cm, hecha de una mezcla de corazones de maíz y bulbos de flores, el material que usaban los escultores indígenas del siglo XVI.

La Virgen de Roble también es conocida como la Virgen de la Frontera, la Reina del Norte y la Virgencita Reinera porque a ella no solo acuden devotos de Monterrey sino de todos los pueblos fronterizos que vienen a pedirle protección y consuelo. Tiene dos fiestas, la de mayo, por su coronación,  y la del 18 de diciembre, como Patrona de Monterrey.

María del Roble (Maria Eich), Planegg, Alemania

En la región alemana de Baviera, a 32 km al sur de Múnich, en el municipio de Planegg, se encuentra un santuario dedicado a María del Roble (Maria Eich en alemán). La ermita se encuentra en un área forestal recreativa (Kreuzlinger Forest), en mitad de una arboleda de robles y tilos. Esta es su leyenda:

En 1710, los dos hijos jóvenes de un herrero realizaron una pequeña estatua de hierro (de solo 20 cm) de la Madre María. Colocaron la estatua en el hueco de un viejo roble, pero con el paso del tiempo la “Virgencita del Roble” fue olvidada.

Tiempo después, dos chicas encontraron la estatua de la Virgen, que ya era apenas visible pues el roble había crecido y casi engullido la pequeña figura mariana. Las dos jóvenes padecían una terrible enfermedad y, por eso, se arrodillaron y le pidieron a María que recobraran su salud. De forma milagrosa las jóvenes se curaron y, como reza el lema, ¡María las ayudó! 

maria-eich-1932Para expresar su gratitud, el padre de las dos jóvenes, levantó una sencilla capilla de madera frente al roble, tomó la estatua del tronco y la colocó dentro de la capilla. 

Hoy en día el santuario es una iglesia pequeña, construida en 1958 y ampliada  en 1966. Detrás del altar, donde se venera a la imagen de María, se accede a una habitación donde está el tronco del árbol centenario que sale hacia el cielo por un agujero en el techo de la habitación. En las paredes y techo hay cientos de postales y cartas escritas por los peregrinos pidiendo ayuda o agradeciendo los favores concedidos². La ermita es cuidada por unos monjes agustinos que viven en un convento edificado junto a la ermita.

Huellas de tradiciones y símbolos antiguos

El culto y la peregrinación en santuarios inmersos en bosques son prácticas que se repiten a lo largo y ancho del mundo católico. Pueden reconocerse algunas trazas de tradiciones de otras épocas con las que guardan conexión.

En las sociedades antiguas la gente dependía de los bosques, los árboles eran importantes elementos de su ambiente. Personificaban el ciclo mismo de la naturaleza. Por ello, los diversos pueblos los eligieron para simbolizar el cosmos, la vida, la inmortalidad y la sabiduría. Los árboles expresaban todo lo que se consideraba sagrado y lo encarnaban ellos mismos. Eran los intermediarios entre la tierra, donde están enraizados, y el cielo, hacia donde apuntan sus copas; representaban el paso de la consciencia humana desde el nivel de la existencia cotidiana a un nivel superior, más próximo a la perfección, a lo espiritual o a lo divino.

Por su marcado poder simbólico, las arboledas y los árboles portentosos fueron los primeros santuarios donde los habitantes se reunían a expresar su espiritualidad y a comunicarse con lo sagrado. También fueron lugares de importancia social, pues alrededor del árbol se celebraban actos y rituales de interés para la comunidad como la impartición de justicia, la resolución de conflictos o los nombramientos de jefes.

Con la llegada de los primeros misioneros cristianos, muchos árboles sagrados fueron destruidos, tanto en Europa (en especial en la antigua Germania³) como en América. Sin embargo, se podría asegurar que el mito del árbol sagrado en general, y del roble sagrado en particular, y su ancestral sentido simbólico ha perdurado en la consciencia colectiva. Tal vez en el origen de las numerosas apariciones y hallazgos marianos haya una llamada desde el fondo de la consciencia colectiva a volver a la sencilla espiritualidad en torno a los árboles y a la naturaleza como representantes de lo sagrado.

Por otro lado, el símbolo cristiano de la Virgen María tiene algo en común con los árboles. En el santuario de María del Roble (Alemania), de una forma popular y espontánea, los peregrinos han creado un modo de comunicar sus peticiones de ayuda o su gratitud por la intervención divina escribiendo notas dirigidas a María. El papel de María, como mediadora entre los fieles y el ser supremo Dios Padre, recuerda al del árbol como enlace entre la tierra y el cielo. Ambos son concebidos como puertas de acceso al poder divino.

Otra interpretación simbólica que me resulta interesante, es la que relaciona a la figura de la diosa femenina con elementos de la naturaleza. La figura maternal y protectora de María podría ocupar el papel de cultos antiguos dedicados a diosas de la naturaleza como Diana/Artemisa y otras. Existen advocaciones marianas en relación a cuevas, manantiales y otros elementos de la naturaleza. Igual que el árbol, en estas advocaciones, María puede verse como pura manifestación de la naturaleza, una abertura a través de la cual, como del árbol o del manantial, emana la energía de la diosa madre Tierra, maternal, generosa, vital, sanadora y renovadora.

En los tres casos referidos de culto a Virgen con Árbol, el encuentro con las imágenes o las apariciones milagrosas son protagonizados por niños y jóvenes de clase humilde, lo que suscita a pensar que el espíritu abierto, la inocencia y la sencillez son las cualidades necesarias de los peregrinos para acceder a la consciencia espiritual y al misterio de lo trascendente. Lo que nuevamente nos recuerda el modo de vida de las sociedades antiguas, más en contacto con la naturaleza, que favorecía la conexión con estados más elevados de la consciencia.

Epílogo

En lo más profundo de nuestra tradición cultural y religiosa pueden estar ocultos árboles invisibles. En un nombre que se hereda de abuela a nieta, como María del Robledo o María de la Palma (mi segundo nombre), o en una romería, que es una fiesta colectiva, expresión de la espiritualidad popular espontánea y de la cohesión de la comunidad.

"Sacred grove" por Greg Olsen.

Fragmento de «Sacred grove» por Greg Olsen.

Después de indagar en el misterio de la Virgen del Robledo y otras imágenes afines, me reafirmo en mi tesis inicial: existe un vínculo intemporal que une a nuestro espíritu con los árboles. Es un vínculo invisible pero potente, que puede manifestarse en un tranquilo recodo del camino boscoso o en un santuario retirado presidido por Nuestra Señora del Árbol; claro que solo lo percibiremos si nos abrimos al misterio como niños.

————————–

¹ Mi amigo antropólogo Pedro Cantero me facilitó la referencia del artículo sobre advocaciones marianas relacionadas con plantas, en el que citan más de 70 relativas a árboles y más de 100 santuarios: R. Morales y L. Villar, Advocaciones de la Virgen con referencia al mundo vegetal, Revista de Folclore, 270: 212-216, año 2003.
² Artículo que describe la sociología del culto a Maria del Roble en Planegg, Alemania: D.B. Lee, Maria of the Oak: Society and the problem of divine intervention, Sociology of Religion, 70: 213-231, año 2009.
³ La leyenda de San Bonifacio cortando el árbol sagrado de los germanos se comenta en el post Siempreverdes en Navidad. En el texto latino de Tácito sobre Germania, se recoge la veneración de los árboles sagrados; ver el post Arminio y los bosques de Germania.


Escrito por Rosa, jueves 30 de octubre de 2014.

Enlaces

Post sobre cuercos (especies del género Quercus) en este blog.

Santuario Virgen del Robledo, Constantina, España.

Basílica Nuestra Señora del Roble, Monterrey, México.

La magia de los árboles de Ignacio Abella. Integral. Edición de1999. 

Siempreverdes en Navidad

Llega diciembre y la figura cónica de un árbol siempreverde (que no ha perdido la hoja al llegar el otoño) se convierte en protagonista en los lugares donde se celebra la fiesta cristiana de la Navidad. Ejemplares naturales de coníferas o sus versiones artificiales proliferan en espacios públicos y privados, decorados con bolas y otras figuras, y cubiertos de luces que le otorgan un brillo y esplendor asombrosos.

Postal de NavidadEl árbol iluminado encandila a niños y mayores. Su resplandor maravilloso parece activar la confianza infantil en que la magia existe, la magia que hace que todo lo deseado sea posible.

Nunca en todo el año los árboles son tan solicitados, adornados, y admirados. Es tal la atención que reciben, que se podría considerar a diciembre el «Mes del Árbol». Sin embargo todo ese agasajo no es por el árbol en sí mismo, sino que forma parte del conjunto de las tradiciones con las que se celebra la popular fiesta cristiana de la Navidad.

Pero ¿es solo un adorno más? ¿Cuál es el significado de este árbol siempreverde que nos acompaña en las fiestas de diciembre?

Origen e historia

Los orígenes de la tradición del árbol de Navidad no están del todo claro, existen diversas teorías y confluyen varios antecedentes históricos. Parece aceptado que el árbol adornado, tal como lo conocemos hoy, se usó por primera vez en Navidad en la Alemania protestante del siglo XVII (a Martin Lutero se le atribuye su iluminación con velas). Desde allí se difundió a los demás países europeos y a Norteamérica. Otro antecedente se encuentra en la costumbre practicada durante parte de la Edad Media de representar, el día antes de Navidad, el misterio de la creación, la expulsión de Adán y Eva y la llegada de Jesús Salvador. En tales obras se usaba un árbol con manzanas, que de los espacios públicos pasó a las casas una vez que esos actos se prohibieron. Pero la vinculación cultural con árboles perennifolios o siempreverdes en esta época del año tiene otras raíces más antiguas, conectadas con las celebraciones del solsticio de invierno en la Europa ancestral, anteriores a la época cristiana.

«El Fresno de Yggdrasil» por Friedrich Wilhelm. Heine.

Desde el origen de la humanidad, en todo lo ancho del mundo, el árbol ha representado el poder de la naturaleza. Las coníferas (como los pinos, cedros, cipreses, tejos y abetos) resisten a la dureza del invierno sin perder sus hojas, por ello se denominan «siempreverdes» (evergreen, en inglés), sempervirentes o perennifolios y por ello simbolizaban la vida eterna, uno de los símbolos espirituales más importantes. Hasta la expansión del cristianismo, en la Europa primigenia y antigua determinados árboles y bosques eran sagrados y servían de templos. Según las épocas, los árboles fueron adorados como centros del universo, como símbolos de vida, como morada de los dioses. El árbol de Yggdrasil es el árbol sagrado mejor conocido de la mitología europea.

Una de las fiestas que celebraban muchos pueblos era la del solsticio de invierno, en la que se festejaba el fin del acortamiento de los días y el aumento de las horas de luz. La alegría por la renovación de la vida, tras el duro invierno, se simbolizaba como un renacimiento del sol. El uso de árboles y plantas siempreverdes era parte de estos festejos. Los romanos lo celebraban con la fiesta llamada Saturnalia en honor a Saturno, el dios de la agricultura que nacía el 25 de diciembre, y decoraban las casas y templos con siempreverdes. En culturas como la germana y la escandinava, de acusados contrastes estacionales por su latitud elevada en el Hemisferio Norte, la celebración del solsticio de invierno era igualmente importante. Se adornaba un árbol, bien fuera un roble como en el caso germano, bien una conífera por los escandinavos, en torno al que se festejaba la alegría de la vuelta del sol para fertilizar y fortalecer la vida.

La evangelización de los países europeos fue un proceso largo en el que, en ocasiones, árboles y arboledas sagradas ancestrales fueron talados por ser considerados ídolos paganos. Cuando los cristianos evangelizaron la Europa nórdica la costumbre de usar un árbol siempreverde adornado fue asimilada, pero con un cambio significativo de simbolismo, adecuándolo a las creencias cristianas.

La leyenda del obispo inglés San Bonifacio (que fue a Germania en el siglo VII a predicar la fe cristiana) es un relato maravilloso y brutal que ilustra muy bien las luchas religiosas y culturales en la Europa de la Edad Media y el cambio de significado del árbol en el ritual religioso de diciembre:

Cuando la gente todavía adoraba a los viejos dioses, en el condado de Hess crecía un árbol gigante con grandes ramas que ascendía hacia las nubes. Era conocido como el Roble del Trueno, el árbol sagrado del dios Thor. En la quietud de la noche, los sacerdotes ofrecían sacrificios de bestias y hombres en el altar del dios del trueno. La sangre de los sacrificados regaba las raíces del árbol y el muérdago extendido por sus ramas. Era un lugar tan terrible que ni las bestias ni los pájaros descansaban en sus ramas o en su sombra.

Una noche de Navidad, los sacerdotes de Thor celebraban sus ritos de invierno bajo el Roble del Trueno con los lugareños, que habían acudido caminando pesadamente por la nieve profunda para celebrar su fiesta sagrada. Cuando todos estaban reunidos y los sacerdotes listos para levantar sus cuchillos y matar a sus víctimas humanas, el buen San Bonifacio corrió al altar. Rápidamente sacó un hacha de su capa y golpeó al poderoso roble, produciéndole un profundo tajo en el tronco. Y le dio otra vez y otra vez, mientras los fieles miraban fijamente con horror. De pronto, una fuerte racha de viento estalló en el árbol, provocando su caída al suelo con un tremendo estruendo y partiéndolo en cuatro piezas. Justo detrás de él, completamente indemne, permanecía un diminuto y joven abeto.

San Bonifacio arrojó su hacha y dijo a los presentes: “este pequeño árbol será vuestro árbol santo esta noche. Es el árbol de la paz y la salvación, un árbol de vida y un árbol de esperanza. ¡Mirad como señala hacia el cielo! Llamadle el Árbol del Niño Jesús. Reuniros en torno a él, no en las arboledas, sino en vuestras casas. No habrá más actos sangrientos, sino regalos amorosos y actos de amabilidad. ¡Dejad que la paz de Cristo reine en vuestros corazones!

La gente llevó el pequeño abeto a la casa del jefe del pueblo y celebraron la fiesta a su alrededor. Más tarde aprendieron los ritos de Navidad en la iglesia que San Bonifacio construyó con la madera del Roble de Trueno. ¹

En esta leyenda, surgida en una época convulsa, se relata un acto de violencia contra un árbol por parte de los evangelizadores. Refleja el espíritu religioso intransigente de aquellos tiempos que trató de imponer su fe por la fuerza. Además de la desaparición de criaturas vivas monumentales, como debieron ser los viejos árboles sagrados, también tuvo como consecuencia una cierta ruptura con la relación habitual y sagrada con la naturaleza y con la visión cíclica de la vida.

En la tradición oral hay recogidas otras interpretaciones muy diferentes del origen del árbol de Navidad. «El pequeño abeto de Belén» es un relato siciliano que me gusta porque en esta ocasión los protagonistas son árboles, tratados como seres vivos sintientes:

En la noche del nacimiento de Cristo, las criaturas vivientes viajaron desde muy lejos hasta el establo de Belén para honrar al recién nacido Rey y llevarle regalos.

Vinieron incluso los árboles del bosque. El olivo le dio sus frutos. La palmera trajo sus dátiles. Cada árbol tenía algo que ofrecer, menos el diminuto abeto. Había recorrido muchos kilómetros y estaba tan cansado que casi no podía permanecer erguido. Era pequeño y apenas podía asomarse entre las frondas más esbeltas. Además, los árboles más grandes le empujaron al fondo donde no podía ser visto.

Un ángel que estaba cerca sintió pena del triste arbolillo. Fue a las estrellas y les pidió que bajaran algunas y descansaran en sus ramas. Las estrellas lo hicieron y brillaron como velas. Cuando el niño Jesús vio al abeto luminoso, su corazón se llenó de alegría y sonrió. Bendijo al feliz abeto y declaró que siempre los abetos serían decorados e iluminados para calentar los corazones de los niños durante la época de Navidad.²

Árbol de Navidad del Vaticano 2011La costumbre del árbol de Navidad, tal como la conocemos hoy, se popularizó a partir de los siglos XIX y XX, así como el intercambio de regalos. Sin embargo, en el seno de la iglesia católica el uso del árbol en Navidad no ha estado exento de controversia por sus raíces paganas y protestantes. De hecho, el primer árbol de Navidad dentro de una iglesia lo puso en 1982 el papa Juan Pablo II en el Vaticano, bendiciendo así la integración del árbol en los templos como parte del ritual católico de Navidad y reconociendo su significado para los católicos con estas palabras:

En el invierno los árboles perennifolios son la señal de vida eterna. El árbol se decora y se colocan regalos bajo él. Desde un punto de vista típicamente cristiano, nos recuerda “el árbol de la vida”, representación de Cristo, el regalo supremo de Dios a la humanidad. El mensaje del árbol de Navidad, por lo tanto es que esa vida es siempre verde si uno da, no tanto cosas materiales sino a uno mismo: en amistad, sincero afecto y fraternal ayuda y perdón, en compartir tiempo y escucha recíproca

Aun así, el árbol es un elemento que no todos los católicos han incorporado como propio. En la ciudad de Sevilla, donde resido, la tradición navideña de montar belenes (recreación del nacimiento de Jesús con figuras de barro) está mucho más arraigada que la de decorar árboles. En algunas ciudades norteamericanas, el árbol de Navidad como emblema cristiano ha entrado en conflicto con la sensibilidad de otras creencias. Se le está separando de su origen religioso y se pretende convertirlo en emblema multicultural del comienzo de la estación de invierno.

¿Árbol natural o artificial?

El árbol que se adorna en Navidad puede ser un ejemplar natural o un producto artificial. La elección tiene sus consecuencias y sigue generando debate.

Abeto del Cáucaso en venta.

Abeto del Cáucaso en un vivero de Sevilla.

Los árboles naturales más solicitados son las coníferas abetos, píceas y pinos. En Europa, las especies preferidas son la pícea noruega (Picea abies), el abeto del Cáucaso (Abies nordmanniana) y el pino silvestre (Pinus sylvestris) debido a la belleza de las copas cónicas, la resistencia a las condiciones cálidas del interior de las casas y la capacidad para retener las hojas más tiempo.

En la actualidad, los árboles proceden de cultivo controlado y tardan de ocho a doce años en alcanzar los dos o tres metros de altura. El cultivo no implica la destrucción de bosques naturales, sino que puede ser beneficioso, pues durante su crecimiento el árbol fija dióxido de carbono (gas que produce efectos invernadero), genera oxígeno, sirve como cortafuego y es una actividad forestal que genera trabajo y no contamina. También se ha señalado que pueden estabilizar el suelo, proteger los recursos acuáticos y proveer hábitats para la vida silvestre. Pero si no son cultivos ecológicos y se usan pesticidas para combatir enfermedades pueden producir contaminación ambiental.

Lo ideal es comprarlos en maceta enraizados, para que tengan alguna posibilidad de sobrevivir a la Navidad. Después de las fiestas, el árbol puede ser plantado en un jardín o dado a alguna institución para que lo haga. Hay que tener en cuenta que al ser normalmente especies exóticas no deben plantarse en espacios naturales pues pueden competir y perjudicar a los árboles autóctonos. Pero la realidad es que solo sobrevive el 10% de los abetos navideños, así que muy probablemente se conviertan en deshecho. Los árboles y material vegetal siempreverde usados en Navidad siempre pueden ser reciclados para biomasa o compost, por lo que no contaminan. En muchas ciudades existe un servicio de recogida de residuos vegetales al terminar la Navidad.

En Europa se venden unos 50 millones de árboles naturales de Navidad cada año, mientras en EEUU son 35 millones anuales pues en los últimos tiempos hay preferencia  por los árboles artificiales.

El árbol de Navidad artificial, normalmente fabricado en PVC, es una opción que muchas personas prefieren por su durabilidad y limpieza. Se ha argumentado que es la opción más ecológica porque no se corta un árbol vivo. Hoy en día sin embargo, un aspecto ecológico importante es la huella que deja en el ambiente la fabricación y la eliminación de sus deshechos. El árbol de plástico en su proceso de producción a partir de derivados del petróleo genera contaminación en forma de producción de gases invernaderos. Por otra parte, como deshecho, en el mejor de los casos puede acabar en una planta de reciclado que también generará contaminación. Para dejar una huella tan pequeña como la de un árbol natural de Navidad, el árbol de plástico debe usarse al menos durante 20 años. La mayoría de los árboles artificiales se fabrican en China y una pequeña parte se produce en Polonia.
Árbol de Navidad invisible

Hay una tercera opción de árbol de Navidad. La creatividad humana no tiene límites a la hora de crear objetos con la esencia del elemento árbol original usando materiales naturales o reciclados muy diversos. Un caso que me ha llamado la atención es el de la venta de árboles de Navidad “invisibles”. No hay un árbol. Sí su vacío, su hueco cubierto de adornos. Y cada cual lo rellena con su imaginación.

 

Laurel navideñoYo prefiero el árbol natural. Mi opción es adornar uno de los árboles pequeños que tengo plantado en la terraza, no es una conífera sino un laurel «piramidal”. Por muy espectaculares que sean algunos árboles artificiales, prefiero los naturales de madera y savia porque me hacen sentir más emociones. Cuando en la quietud de la noche miro extasiada mi laurel vestido de Navidad irradiando su luz cálida, siento como si el alma del árbol entrara en conexión conmigo través de la luz. Con su lenguaje de destellos parece querer recordarme aquellos lejanos tiempos, en los que la llegada del invierno y su promesa de renovación de la vida se celebraba con alegría junto a los árboles, en comunión con la naturaleza y el universo.

Además de los árboles de Navidad, también se suelen iluminar los que crecen en las calles y plazas, que realzan así su belleza con las luces. Para disfrutar de la magia de los árboles iluminados basta con salir a la calle y buscarlos, no hace falta tener uno en casa, ni natural ni artificial. Elige uno de los árboles iluminados de tu entorno que te guste, acércate a él en momentos tranquilos, a solas o en compañía, déjate llevar por el júbilo de su luz. Y celebra a tu manera el comienzo de un nuevo ciclo de la naturaleza junto a un árbol real, reconecta con los valores que el árbol iluminado simboliza.

Árboles iluminados en Johnson City, Texas. Foto de Art Meripol.

Árboles iluminados en Johnson City, Texas. Foto de Art Meripol.

 Escrito por Rosa, jueves 12 de diciembre de 2013.

¹ Traducido de la versión inglesa del relato “The Thunder Oak” recogido en Karas (1998), pág. 94.
² Traducido de la versión inglesa del relato “The Little Fir at Bethlehem” recogido en Karas (1998), pág. 113.
³ Traducido de una noticia recogida por la Agencia Zenit “Christmas Tree Is Symbol of Christ, Says Pope”, 19 diciembre 2004.

Fuentes

Sheryl Ann Karas. The Solstice Evergreen. The History, Folklore and Origins of the Christmas Tree. Aslan Publishing, Farfiel, Conneticut. 1998.
Noticia en la Agencia Zenit sobre El árbol de Navidad y Juan Pablo II.
Artículo de Chastagner y otros (2000) sobre cultivo de árboles para Navidad.
«Compra árboles de Navidad naturales». Agencia Ecoticias (2012).
Propuesta del «Holiday Tree» como símbolo multicultural.
Anuncio de «árbol de Navidad invisible».

La palmera y la sabia santa

Muchas iglesias cuentan con árboles plantados en sus inmediaciones, bien en la entrada, bien en los jardines adyacentes o en sus patios interiores. Esta relación de los lugares de culto con los árboles es muy antigua y se basa en que, por su forma y estructura, los árboles han sido valorados como símbolo de espiritualidad desde el comienzo de los tiempos. La verticalidad y el crecimiento en permanente ascensión hacia el cielo han inspirado en los feligreses de diferentes creencias ideales de rectitud y de elevación espiritual. En los tiempos actuales, sin embargo, la unión árbol-templo y su edificante simbología suele ser ignorada.

En mi ciudad, en una ruidosa calle del centro, dentro de un pequeño recinto vallado junto a una iglesia, se eleva una palmera. Se trata de una palmera datilera (Phoenix dactylifera) de considerable altura, pues está a punto de superar el campanario de la iglesia, y de bastante edad, aunque no puedo asegurar si pasa o no de los cien años. Es la especie de palmera que produce los dátiles y que se cultiva en los oasis norteafricanos desde Egipto a Marruecos.

Palmera datilera y la iglesia de Santa Catalina de Sevilla

Palmera datilera y la iglesia de Santa Catalina de Sevilla.

La palmera a la que me refiero tiende a pasar desapercibida por su peculiar anatomía de tronco recto sin ramas, hojas ni flores a la altura de la vista y por estar ubicada en una calle relativamente estrecha y con mucho tráfico. Solo cuando subimos la mirada podemos descubrir la estrella verde que forman sus hojas destacándose en el cielo azul, y entonces caemos en la cuenta de la estrecha relación que la une a la torre de la parroquia. La primera vez que fui consciente de su existencia junto a la iglesia me sorprendió no haberla advertido antes y sobre todo el aire de soledad y abandono que inspiraba, como si entre tanto bullicio de personas y vehículos se sintiera excluida de toda atención. La sensación melancólica me animó a conocer algo más de las circunstancias y azares de la vida de este árbol particular.

Por lo que respecta a la iglesia a la que la palmera está ligada, la palma puede considerarse afortunada porque es un templo muy antiguo, del siglo XIV, con una arquitectura de estilo gótico-mudéjar bien conservada que le valió ser declarado monumento nacional en 1912. Pertenece al culto católico romano y está bajo el patronazgo de Santa Catalina de Alejandría, una santa de biografía singular que está unida a la palmera por la simbología y por su país de origen.

Santa Catalina fue una mártir cristiana del siglo IV cuyo culto se difundió por toda Europa a partir del siglo VI. La biografía que se cuenta de ella es bastante sorprendente. Según consta en algunos textos hagiográficos, Catalina nació hacia el 290 en una familia noble de Alejandría (Egipto), donde seguramente estaría familiarizada con las palmeras datileras como la que ahora acompaña a su iglesia. Su gran inteligencia y los estudios que cultivó la situaron entre los poetas y filósofos de su época; y su pasión por la verdad la llevó a abrazar la fe de Cristo y convertirse en filósofa cristiana. Años más tarde, el emperador romano Maximino ordenó que la martirizaran y posteriormente decapitaran por negarse a celebrar sacrificios a los dioses de Roma y, lo más asombroso, por haber convencido con su elocuencia a los sabios de Alejandría para que también se convirtieran al cristianismo. Aunque debido a la falta de documentación comprobable, la existencia histórica de esta santa ha sido puesta en duda y hay historiadores que juzgan que fue una leyenda inventada como contrapeso a la figura de Hipatia de Alejandría, mujer instruida, docta y científica, de religión pagana, que murió linchada por los cristianos. La iglesia católica de Roma la reconoce oficialmente como una mártir, pero algunos de sus sectores no aceptan la veracidad de su biografía o de algunos detalles de la misma.

Debate de Santa Catalina con los filósofos de Alejandría.

Debate de Santa Catalina con los filósofos de Alejandría (anónimo del siglo XIX, iglesia de Santa Catalina de Messina, Italia).

Sea verídica o no su biografía, la figura femenina que descubro en la historia de Santa Catalina de Alejandría me resulta muy atractiva. Yo diría que era y es necesaria no como contrapartida a la figura de Hipatia, sino como arquetipo de mujer sabia (pensadora) y santa (espiritual) dentro de la comunidad cristiana en la que quizás no han abundado modelos femeninos de este alcance intelectual. En la iconografía, la santa aparece con la hoja de palma del martirio, un libro, una rueda y una espada.

Santa Catalina con la hoja de palma y demás atributos simbólicos.

Santa Catalina con la hoja de palma y demás atributos simbólicos (detalle de tabla del siglo XV por Miguel Ximénez).

Por desgracia, no puedo acceder a la iglesia de Santa Catalina para contemplar las imágenes de la santa en el retablo mayor y su escultura del siglo XVIII, pues está cerrada al culto desde 2004 debido al mal estado de edificio, sin que se haya realizado aún la restauración general que necesita. Este impedimento a mi investigación me disgusta, pero a los parroquianos les afecta mucho más, de hecho, hace años que están manifestando su profundo descontento de variadas maneras.

Centrándonos en el árbol, la palmera datilera tiene cualidades sobresalientes; es muy valorado como árbol frutal desde los tiempos remotos en los oasis de tierras desérticas y áridas.  Crece natural o se cultiva tradicionalmente desde el norte de África hasta Medio Oriente. El dátil es un fruto excepcional, muy nutritivo, capaz de garantizar la supervivencia de personas y animales en esos duros entornos. Además del fruto, la palmera en los oasis proporciona sombra, materia prima para la construcción, para confeccionar esteras y cestería  y combustible. La imagen de los oasis está asociada al agua y a la silueta peculiar de la palmera datilera, con su tronco cilíndrico sin ramificación coronado por un penacho de largas hojas color gris verdoso, que tan grabada tenemos en el imaginario colectivo. Sin embargo, este rasgo notable es también motivo de su decadencia porque el peso del penacho la inclina y un fuerte viento en días de tormentas puede tronchar el árbol, como le sucedió a otra palmera que existía en el jardincillo de Santa Catalina, aneja a la que es motivo de esta entrada. Otra característica interesante de la palma datilera es la separación de sexos, con árboles machos y árboles hembras, que florecen ambos en abril produciendo racimos de pequeñas flores blancas y olorosas.

Hoy en día, la palmera datilera está presente en los oasis de una amplia área desde Marruecos a Arabia. Egipto, donde nació la santa, es el mayor productor de dátiles del mundo. También ha sido introducida en países tropicales o subtropicales.  En España, el mayor palmeral es el de Elche, con más de medio millón de palmeras, reconocido Patrimonio de la Humanidad. Los árabes expandieron su cultivo no solo como árbol frutal, sino también como árbol de jardín ligado a la idea de paraíso.

En Sevilla empezó a utilizarse como árbol ornamental urbano a finales del siglo XVIII por su valor estético, su fácil aclimatación al clima y como símbolo de lugares cálidos. Con la generalización de su uso decorativo, al que con el tiempo se han incorporado otras especies de palmeras,  hoy es un elemento vegetal importante de la ciudad de Sevilla pues le confiere carácter al paisaje urbano y ha configurado varios espacios emblemáticos como la Avenida de la Palmera, plantada con datileras en la década de 1920 a 1929, con ocasión de la Exposición Universal.

Como árbol espiritual, la palmera es un símbolo lleno de significados, asignados por los diversos pueblos donde crece. Para los árabes, por su elevado valor para la subsistencia, es un árbol bendito y símbolo de vida. En Egipto se le relacionó con el renacimiento, la durabilidad, el dios sol y diversas deidades femeninas, y es el emblema del Alto Egipto. En la tradición que nos interesa, la cristiana,  simboliza la entrada victoriosa de Jesucristo en Jerusalén el Domingo de Ramos (Palm Sunday, «Domingo de las Palmas» en inglés) y la victoria de la fe sobre la muerte al terminar el drama del Calvario, y se expresa con el rito de colocar hojas de palmera bendecidas en los balcones. Como alegoría del triunfo sobre la muerte en defensa de la fe, la hoja de palmera es uno de los atributos con los que se representa a Santa Catalina y a muchos mártires, la «palma del martirio». Y por su tronco derecho, recto y sin ramificaciones es también símbolo e inspiración de fe, perfección e inmortalidad.

La palmera datilera o palma común es, pues, un árbol cargado de historia, vinculada a su carácter productor de alimento en zonas desoladas, a su integración cultural como elemento del paisaje y a su riqueza simbólica.  Un árbol apreciado, deseado, incluso soñado como materia del paraíso.

Palmera y torre mudéjar.

Palmera y torre mudéjar.

Vuelvo a la calle de Sevilla, a alzar la vista a la palmera junto a la iglesia de la sabia santa. Ya no es el mismo árbol para mí. Ahora la valoro de otra forma. Y ahora entiendo su melancolía. Como árbol de iglesia, está bajo el amparo de una santa, sin la certeza de si existió o fue leyenda; junto a una iglesia monumento nacional, sin la seguridad de si se restaurará o acabará derruida; y sin feligreses a los que inspirar perfección ni mostrar orgullosa su ascenso espiritual y su cercanía al cielo. Una palmera que tuvo devota compañía y ahora está sola. Pero siempre habrá, lo sé, buscadores de árboles que la admirarán conscientes de su mérito y su historia.

 

 

Escrito por Rosa, jueves 28 marzo 2013

Palmeras de Sevilla

Santa Catalina de Alejandría

Mujeres mártires de la Antigüedad, por Meldelen

Imagen de Santa Catalina por Miguel Ximénez

Símbolos de la palmera

Iglesia Santa Catalina de Sevilla

Campaña para restaurar la iglesia