Archivo de la etiqueta: Alemania

La red social del bosque

Cuando paseamos por un bosque no somos conscientes de que bajo nuestros pies se extiende un denso entramado de raíces y micelios de hongos, una red de conexiones que sirve a los árboles para comunicarse unos con otros. Pero, ¿verdaderamente los árboles se comunican? ¿son capaces de «transmitir señales mediante un código común al emisor y receptor»? como define la Academia la acción de «comunicar».

La ecóloga forestal Suzanne Simard descubrió, a finales del siglo XX, que los árboles del bosque están conectados por una red de raíces y micorrizas, a través de la cual transfieren nutrientes desde las «fuentes» o emisores a los «sumideros» o receptores. En su experimento pionero, marcó las hojas de abedules (Betula papyrifera) en Canadá, con isótopos de carbono (C13 y C14) y comprobó que este carbono era transferido a plántulas vecinas de abeto (Pseudotsuga menziesii), que crecían en la sombra. En el sentido contrario, el carbono marcado en las hojas de abeto, durante el invierno apareció en los jóvenes abedules desprovistos de hojas.

La publicación de estos resultados sorprendentes en la prestigiosa revista Nature [1], supuso el lanzamiento a la fama (científica) de la joven Simard y el auge en la investigación sobre las redes de micorrizas, que serían bautizadas como Wood Wide Web o internet del bosque (en un juego de palabras de las siglas en inglés WWW, cambiando World-mundo por Wood-bosque).

Hongos y raíces forman una red oculta

Las micorrizas son asociaciones simbióticas entre hongos (mykós en griego) y raíces (riza) de plantas. Las hifas o filamentos de los hongos movilizan y transportan los nutrientes minerales del suelo hasta las raíces de las plantas, mientras que el hongo recibe a cambio hidratos de carbono fotosintetizados por la planta. Se piensa que esta simbiosis con los hongos fue crucial en la evolución de las plantas terrestres, cuando dejaron el medio acuático hace unos 400 millones años y tuvieron que aprender a captar las sales minerales y nutrientes retenidos por las partículas del suelo.

La existencia de las micorrizas ya se conocía a finales del siglo XIX, pero sus beneficios agrícolas y forestales se fueron descubriendo en la primera mitad del siglo XX. Ha sido en este siglo XXI cuando las nuevas técnicas de biología molecular y los marcadores isotópicos han abierto una ventana nueva a ese mundo complejo de las redes micorrícicas que conectan los árboles del bosque.

El grupo de Simard ha cartografiado con detalle la red de micorrizas en una parcela de bosque de abetos (Pseudotsuga menziesii) en Canadá, identificando los genotipos de árboles y hongos, mediante análisis de ADN [2]. Un viejo abeto, de 94 años, estaba conectado con otros 47 árboles mediante 11 genotipos diferentes del hongo Rhizopogon sp. La longitud media de un micelio de hongo fue de 20 metros. La red de conexiones debe ser aún más compleja porque solo se identificaron las micorrizas formadas por dos especies de hongos; mientras que en esa comunidad de bosque pueden existir más de 50 especies diferentes de hongos micorrícicos. Funcionalmente, se trataría de un super-organismo clonal, una red simbiótica árbol-hongo que comparte los recursos del bosque.

Mapa de la red de micorrizas en un bosque de abetos de Canadá (Beiler et al., 2010).

A través de las redes no solo circulan nutrientes, también van señales bioquímicas y eléctricas de un árbol a otro; para algunos, esas señales son prueba de la existencia de comunicación real, de una “charla arbórea” (tree talk) [3]. Se ha comprobado que abetos que habían sufrido una defoliación severa por insectos transmitieron, por medio de la red de micorrizas, señales de estrés a los árboles vecinos, que a su vez respondieron activando los genes que sintetizan enzimas defensivos. La señal de alerta fue comunicada no solo a los árboles de la misma especie, sino también a los de otras especies. ¿Qué sentido evolutivo tiene ayudar a un árbol vecino que compite contigo por los recursos y el espacio? Una posible explicación alternativa es que la red es propiciada por el hongo, que comunica a diferentes árboles para asegurarse una fuente de carbono desde múltiples hospedadores, en un ambiente variable e impredecible.

También existe un lado oscuro de la red, no todo es altruismo y cooperación entre árboles. Algunos árboles producen compuestos químicos que se llaman alelopáticos (del griego pathos-sufrir y allelos-al otro), es decir que inhiben el crecimiento y desarrollo de otras plantas. Por ejemplo, es conocido que las raíces y hojas del nogal (Juglans regia) tienen juglona (un tipo de naftoquinona) que es tóxico para otras plantas. Se ha comprobado que los micelios de los hongos conectados a las raíces del nogal facilitan el transporte de la juglona y así extienden su efecto alelopático por el suelo; por otra parte, la juglona le sirve al hongo como defensa química contra los micófagos [4].

Es difícil imaginar esa red compleja y dinámica que conecta los árboles del bosque bajo tierra. El artista francés Enzo Pérès-Labourdette dibujó unos seres oníricos, especie de duendecillos carteros, que corren apresurados por un laberinto de caminos subterráneos llevando mensajes, para ilustrar un artículo dedicado a la Wood Wide Web en la revista New Yorker.

Ilustración de Enzo Pérès-Labourdette para New Yorker (2016).

Esta relación compleja entre los árboles también se puede imaginar y explicar usando analogías con nuestras relaciones humanas y sociales. La doctora Simard, una apasionada comunicadora y divulgadora, cambia su lenguaje científico, frío y objetivo, por otro más personal y más sentimental en sus conferencias: «Los árboles madre reconocen y nutren a sus hijos, les envían señales de alerta, les hablan«. Reconoce su inspiración en el lema de Rachel Carson: «no es ni siquiera la mitad de importante conocer como sentir«.

Simard argumentaba así su pasión «humanizadora» por los árboles:

«Pasan tantas cosas en los bosques, que no somos capaces de entenderlas aplicando las técnicas científicas tradicionales. Así que abrí mi mente y decidí incorporar aspectos humanos para comprender de forma más profunda, más visceral a estas criaturas vivientes, que no son meros objetos inanimados. Además, como seres humanos nos podemos relacionar mejor con estos árboles (humanizados), cuidarlos mejor y gestionar mejor nuestros paisajes.»

Árboles con vida social

«Los árboles son seres muy sociales y se ayudan unos a otros; su bienestar depende de la vida en comunidad«, escribió Peter Wohlleben en su interesante y apasionado libro La vida oculta de los árboles. Qué sienten y cómo se comunican [5].

Wohlleben es técnico forestal y gestiona el bosque comunal de Hümmel (Alemania); el hermoso bosque antiguo, por donde le gusta deambular y que tanto le inspira. Confiesa que, durante sus caminatas por el interior del bosque, aprende algo nuevo cada día, investiga, piensa, observa, y saca conclusiones de lo que ha descubierto. Fruto de esas observaciones y sus lecturas (entre ellas, los trabajos de Simard) fue el libro dedicado a la vida oculta del bosque, que tuvo un gran éxito en Alemania (publicado en 2015, vendió más de 300.000 ejemplares). Posiblemente tocó la fibra sensible y ancestral que ya reconoció el historiador latino Tácito en los antiguos germanos: “no juzgan adecuado para la grandeza de los cielos encerrar a los dioses entre paredes ni presentarlos en forma humana, por ello, les consagran bosques y frondosidades y deifican el misterio que solo ven con su veneración”. Quizás el libro sirvió para renovar ese vínculo cultural y espiritual con el bosque.

El amante de los árboles disfruta leyendo el libro, estructurado como una colección de relatos de historia natural del bosque. También aprende sobre la complejidad de los nuevos descubrimientos científicos, como la red Wood Wide Web que conecta los árboles. Es verdad que, a veces, el lector no sabe si tiene entre las manos una obra de ciencia o de ficción, y le vienen a la mente otras historias de árboles inteligentes: «hay algún tipo de comunicación electroquímica entre las raíces de los árboles. Como las sinapsis entre las neuronas. Cada árbol tiene 10.000 conexiones a los árboles que los rodean, y hay un billón de árboles en Pandora» [6]. Sí, el bosque fantástico de Avatar, pero estas historias de Wohlleben son del planeta Tierra, y más concretamente del centro de Europa.

En las reseñas del libro en revistas científicas se le reconoce su valor divulgativo pero se le critica la excesiva «humanización» de los árboles [7]. Wohlleben se justifica: usa «un lenguaje muy humano, porque el lenguaje científico elimina toda la emoción y la gente no lo entiende«. Claro que, al dotar a los árboles de sentimientos y emociones, se plantea dudas morales como gestor de bosques: «cuando sabes que los árboles experimentan dolor y tienen memoria, y que los árboles padres viven junto a sus hijos, entonces no puedes ir sin más a talarlos y destruir sus vidas con maquinaria pesada

Como alternativa a la explotación forestal tradicional propone «una gestión amigable del bosque, que permita a los árboles satisfacer sus necesidades sociales, crecer en un verdadero ambiente forestal sobre suelo sin perturbar y pasar “su conocimiento” a la siguiente generación. Al menos a algunos de ellos se les debe permitir envejecer con dignidad y morir de muerte natural.» Una forma revolucionaria de contemplar nuestra relación con el bosque.

Termina el libro con algunas profecías y una invitación a pasear con imaginación por el bosque.

«Cuando se conozcan las capacidades de los árboles, y se reconozcan sus vidas emocionales y necesidades, entonces cambiará gradualmente la forma en que los tratamos.
Quizás algún día se podrá descifrar el lenguaje de los árboles, dándonos material para historias aún más asombrosas. Hasta entonces, en tu próximo paseo por el bosque, deja rienda suelta a tu imaginación.»

Tienes un treemail

Los habitantes de Melbourne (Australia) tienen el privilegio de poder comunicarse con sus vecinos arbóreos a través de internet. Desde 2013, los 77.000 árboles de la ciudad tienen asignados individualmente una dirección de correo electrónico. Pueden recibir un email desde cualquier parte del mundo. Es tan fácil como abrir en internet el Bosque Urbano Visual, elegir un árbol, y enviarle un email.

Dioses maoríes esculpidos en troncos. Parque Nacional Abel Tasman, Nueva Zelanda. Foto: Jonathan Hansen.

El objetivo de esta red social arbórea es esencialmente práctico; que los vecinos puedan comunicar a los técnicos municipales cualquier incidencia sobre un árbol determinado, como una rama caída, una plaga, etc. Los árboles están así perfectamente identificados y localizados en el mapa.

La innovación e imaginación del ayuntamiento de Melbourne ha consistido precisamente en darle una identidad (y una dirección de email) a cada uno de los árboles. Cuando paseas por la ciudad ya no te cruzas con «un árbol», sino con tus vecinos arbóreos individualizados. Algunos habitantes de Melbourne comparten con Simard y Wohlleben ese sentimiento «humanizador» hacia los árboles y los reflejan en sus mensajes. El árbol más popular es un olmo dorado (Ulmus glabra ‘Lutescens’) que recibe numerosas muestras de cariño:

«Querido 1037148,
mereces ser conocido por más que un número.
Te quiero. Ahora y para siempre.»

El efecto inesperado de esta red social arbórea ha sido que muchos vecinos la aprovechan para expresar sus sentimientos hacia esos seres vivos, con los que comparten sus penas y alegrías cotidianas. Es un vehículo para la participación ciudadana en el cuidado del arbolado, y al mismo tiempo una red psico-social que une personas y árboles en el ecosistema urbano.

_________________________
[1] Simard SW, Perry DA, Jones MD, Myrold DD, Durall DM y Molina R (1997). Net transfer of carbon between ectomycorrhizal tree species in the field. Nature, 388: 579-582.

[2] Beiler KJ, Durall DM, Simard SW, Maxwell SA y Kretzer AM (2010). Architecture of the wood-wide web: Rhizopogon spp. genets link multiple Douglas-fir cohorts. New Phytologist, 185: 543-553.

[3] Gorzelak MA, Asay AK, Pickles BJ y Simard SW (2015). Inter-plant communication through mycorrhizal networks mediates complex adaptive behaviour in plant communities. AoB Plants, 7, plv050.

[4] Achatz M, Morris EK, Müller F, Hilker M y Rillig MC (2014). Soil hypha-mediated movement of allelochemicals: arbuscular mycorrhizae extend the bioactive zone of juglone. Functional ecology, 28: 1020-1029.

[5] Peter Wohlleben (2015). Da geheime Leben del Bäume. He leído y cito a partir de la versión inglesa de 2016:  The hidden life of trees. What they feel, how they communicate. Greystone Books, Vancouver, Canadá. Existe una traducción al español, titulada La vida secreta de los árboles, publicada por Obelisco en la colección «Espiritualidad y vida interior».

[6] James Cameron (2007). Avatar. Twentieth Century Fox Film, Script, pág. 101.

[7] Richard Fortey (2016). The community of trees. Nature, 537: 306.

 

 

Escrito por Teo, jueves 27 abril 2017.

 

Enlaces

Artículo en la revista New Yorker sobre la Wood Wide Web

Artículo en el blog de Scientific American sobre la red de micorrizas

Entrevista con Susane Simard en el blog de la Escuela Forestal de Yale

Conferencia TED de Susane Simard (más de 2 millones de visionados)

Rachel Carson y el asombro, en este blog

Entrevista con Peter Wohlleben en New York Times, 29 enero 2016

Escritos de Tácito sobre los Germanos, en este blog

Bosque Urbano Visual de Melbourne

Noticia en la BBC sobre los árboles con email en Melbourne

El árbol más popular de Melbourne, en CityGreen, 22 noviembre 2016

De Aromas y Perfumes

El mundo natural está lleno de olores maravillosos. El olor a mar es uno de mis preferidos pero los más atractivos para todos son sin duda los olores aromáticos que desprenden las plantas. Un bosque de pinos, una frondosa higuera, unos naranjos en flor emanan olores deliciosos. El olor refrescante de unas hojas de menta o el perfume meloso de una dama de noche en la oscuridad puede arrebatarnos y llevarnos a un momento repentino de éxtasis.

El Alma de la Rosa. J. W. Waterhouse, 1908.

El Alma de la Rosa. J. W. Waterhouse, 1908.

El olfato es un sentido asombroso. Capta los efluvios odoríferos y los conecta con emociones de vivencias guardadas en el fondo de la memoria, en lo más íntimo de nuestro ser. El olor a mar siempre me arrastra de vuelta a la costa donde nací; el olor a lápiz, a todos nos transporta a la escuela de la infancia donde nos iniciamos en la escritura. Por el olfato alcanzamos un mundo de gozos y evocaciones inimaginables.

Por ello, desde las sociedades tribales, con las sencillas quemas de inciensos y ramas, hasta el mundo moderno, con los refinados y complejos perfumes, el ser humano siempre ha perseguido el sueño de arrancarle a la naturaleza el secreto de sus aromas.

Todo lo que rodea a los perfumes posee un hálito de misterio. Aún sabiendo que los efluvios aromáticos que emanan las plantas son compuestos químicos volátiles con diversas funciones biológicas, no dejamos de admirarlos como un fenómeno prodigioso de la naturaleza. Por otra parte, el conocimiento y dominio de los aromas naturales se ha desarrollado casi siempre en secreto. Se han guardado como tesoros el hallazgo de nuevas especies odoríferas, el descubrimiento de las técnicas más eficaces de extracción de esencias y  la fórmula de ingredientes más arrebatadora. Quizás por ello, la descripción de los perfumes sea tan críptica, oscura e impenetrable, casi un código secreto al alcance solo de iniciados.

Yo también me he sentido atraída por el misterio de los perfumes, sobre todo por saber qué clases de árboles hay detrás de los valiosos frascos de fragancias. Quizás sea en esas sustancias evanescentes donde los árboles sean más invisibles.  Para satisfacer mi curiosidad y explorar los aromas de árboles más aclamados por los perfumistas, viajé a la capital del mundo del perfume, la ciudad francesa de Grasse, el lugar más idóneo para iniciarse en los entresijos de este arte.

La Ciudad de los Perfumes

Cartel de Roger Broders, 1927.

Cartel de Roger Broders, 1927.

Grasse es una pequeña urbe medieval, situada en la confluencia de los Alpes, la Costa Azul y la Provenza, a más de 700 metros de altitud, que lleva siglos dedicada al conocimiento de los aromas naturales. Desde el Hotel Mandarina Grasse, enclavado en lo alto de la ciudad, se divisaba a lo lejos la bahía de Cannes y por todo el valle los campos donde en primavera y verano florecieron la rosa, el jazmín, el clavel, el nardo y la violeta.

Gracias a su favorable microclima, los cultivos de plantas para perfumes se dieron bien y  poco a poco  aumentaron las especies cultivadas. El jazmín llegó a Grasse desde India en 1650; la rosa también por esa fecha; el nardo fue importado de Italia en 1670; la lavanda y la mimosa en el año 1875. Hoy en Grasse se cultivan campos espectaculares de rosa, jazmín, nardo, violeta, azahar, lavanda y mimosa.

Por el desarrollo de excelentes cultivos y de las mejores técnicas de extracción y de creación, Grasse es conocida como “la ciudad de los perfumes” desde el siglo XVII, siendo desde entonces cuna de famosos perfumistas y escuela de referencia mundial. La calidad de sus esencias naturales la mantiene hoy, a pesar de la globalización, como uno de los centros mundiales en producción, proceso y venta del Perfume.

Si quieres saber de perfumes, tienes que visitar Grasse. Todo en la ciudad ronda en torno al perfume: las tiendas de fragancias y jabones, las tienda-museos de las perfumerías Fragonard, Molinard y Galimard, los cursos de creación de perfumes, la Fiesta de la Rosa de mayo, la Fiesta del Jazmín, las Noches Perfumadas de verano… Y el Museo Internacional de la Perfumería con su Jardín de Plantas para Fragancias, donde encontré algo de luz sobre los árboles más admirados en este reservado arte.

Catálogo de aromas

“En perfumería, el artista termina el olor iniciado en la naturaleza”,  manifiesta el protagonista de A contrapelo, la novela del escritor francés J. K. Huysmans (1848-1907). Para los naturalistas, el olor de la rosa nos parece de un acabado perfecto; para los perfumistas, la perfección se alcanza cuando después de extraer la esencia a una planta la mezclan con otras para crear algo nuevo de superior categoría.

La naturaleza crea el perfume en el momento en que las plantas fragantes sintetizan aceites esenciales volátiles. Estos aceites con aroma tienen funciones biológicas muy importantes para las especies, sirven, entre otras cosas, para atraer a insectos para la polinización, repeler a herbívoros y xilófagos, atacar microorganismos patógenos o comunicar mensajes a las otras plantas del entorno. Dependiendo de las especies, los aceites se fabrican en las flores, las hojas, los frutos, la raíz, la madera o la resina.

Las materias primas fragantes se catalogan en siete clases (según la clasificación tradicional exhibida en el Museo Internacional de Grasse): Florales, Frutales, Maderas, Herbáceas, Especias, Bálsamos y Animales. En total suman setenta materias; en otras clasificaciones, el número es muy superior.

La recolección de las materias primas naturales es el momento más delicado de todo el proceso; para que el aceite sea de la mayor calidad hay que conocer el momento del día más propicio y recoger con delicadeza la materia, los pétalos, por ejemplo, para que den la mejor de sus fragancias.

La segunda fase es la captura de los aromas. Se realiza por diferentes procesos, dependiendo del tipo concreto de materia prima. Las técnicas más frecuentes son la destilación al vapor después de macerar en agua; la expresión de las cáscaras de los frutos; y la disolución en grasas animales o disolventes volátiles. Las esencias extraídas no son sustancias simples. En realidad, cada aceite esencial es una mezcla muy compleja de más de cien compuestos químicos. De estos, los que aportan los aromas son los terpenos, fenoles, aldehídos, cetonas, ésteres y alcoholes. La esencia de rosa, por ejemplo, tiene 275 componentes. El aroma natural en la planta es ya un aroma múltiple.

La última etapa es la elaboración de una fragancia. Una “nariz”, como se conoce al perfumista, dispone hoy de una gran cantidad de esencias (incluyendo las sintéticas) que puede mezclar. Esos frascos de esencias son como la paleta de colores para el pintor. Un perfume puede contener entre 200 y 500 ingredientes, (casos extremos son el “Molecule 01”, de una sola molécula y el “Beautiful”, de 2000).  El arte reside en crear una mezcla o composición que tenga armonía y atractivo.  Se necesita un sentido del olfato muy desarrollado capaz de memorizar de cada aroma los olores que la componen, la persistencia en el tiempo, el modo en que se afecta por otros, así como los grupos o acordes de esencias que mejor funcionan.

Dentro de esta rica y variada paleta el perfumista dispone de una serie de esencias que proceden de árboles. Hay árboles con flores perfumadas, otros con frutas de olor seductor, los hay con maderas de intensa fragancia y también los que lloran lágrimas aromáticas y por supuesto los árboles de especias.

Flor de la mimosa, dulce abrazo

Los aromas florales son los más bellos y cautivadores, yo diría que es la belleza natural en forma de aroma. La rosa y el jazmín emiten unos olores que son pura delicia, emblemas de este tipo de fragancia de origen floral, pero muchas otras flores también nos hacen gozar. En este importante grupo de materias fragantes, las flores del naranjo (Citrus spp.), del ylang ylang (Cananga odorata) y de la mimosa (Acacia spp.) son los tres aromas florales de árboles que más se usan en los perfumes.

De la flor de la mimosa dicen que su olor es un milagro de la naturaleza, tan  dulce y reconfortante como el abrazo de una madre. El nombre “mimosa” («muy aficionada a caricias» según la RAE) le viene de maravilla. También el nombre de “aromo”, como se le conoce en Chile;  parece que su flor sea el aroma por excelencia, el más agradable de todos, o tal vez por la evocación más universal,  oler a abrazo de madre.

En realidad, aromo y mimosa son nombres aplicados a diversas especies de leguminosas. En perfumería se usan principalmente dos: la Acacia dealbata, de origen australiano, y la Acacia farnesiana, de origen americano, la preferida de los perfumistas, a ella voy a referirme en esta entrada.

La mimosa (A. farnesiana) es un árbol pequeño y espinoso, a veces arbusto, único por sus flores de color amarillo intenso, pequeñas, globosas, muy perfumadas, que florecen antes que ninguna a final de invierno.

Es originaria de América tropical, desde Texas y California hasta Perú. Actualmente se cultiva en Argelia, Marruecos y sur de Francia, principalmente en la región de Grasse, también en Oriente Medio y la India. Y se ha naturalizado en otras regiones tropicales, subtropicales y templado-cálidas, probablemente extendidas por la acción humana.

Crece bien en todo tipos de suelo, con régimen de lluvias hasta los 900 mm anuales. Ecológicamente es una especie importante porque es parte de la vegetación secundaria que sucede al bosque tropical caducifolio y es indicadora de sitios perturbados.

La especie tiene importancia económica. Se emplea como ornamental y para mejorar los suelos (fijadora de nitrógeno), y de ella se extraen colorante, curtiente, condimento, combustible, forraje, medicina herbolaria y el aceite esencial para perfumería.

La historia de su nomenclatura es curiosa y muestra lo caprichoso que puede ser el origen de un nombre botánico. Este árbol posiblemente era bien conocido y utilizado en la América prehispánica, recibiendo diversos nombres locales, por ejemplo huizache en México.

La primera referencia botánica en Europa es de 1625, por el botánico y médico Tobías Aldino, en su obra en latín “Exactissima descriptio rariorum quarundam plantarum, quae continentur Romae in Horto Farnesiano” (Descripción exacta de las plantas del Jardín Farnesio de Roma). Le llamó Acacia Indica Farnesiana; el epíteto latino farnesiana nos lleva así a la colina palatina de Roma, cerca del arco de Tito, donde en 1550 la familia noble Farnesio creó uno de los primeros jardines botánicos privados de Europa, el Horti Farnesiani, muy popular en el XVIII y XIX. Parece que los jesuitas, en 1611, llevaron semillas de mimosa desde su tierra nativa Santo Domingo, como regalo para el Cardenal Eduardo Farnesio, que las plantó en su jardín renacentista, donde serían descritas y dibujadas con gran precisión por Aldino.

Cuando en 1753, Linneo alumbra su obra “Species Plantarum”, marcando el nacimiento de la moderna nomenclatura botánica, asigna a este árbol el nombre Mimosa farnesiana, curiosamente eligiendo como referente la primera ubicación europea (siguiendo el criterio de Aldino) en vez del origen dominicano o americano. El vocablo genérico Mimosa procede del latín, mimus, y alude a las especies (como M. pudica) que se retraen cuando las tocamos, de ahí que a la mimosa también se la denomine “púdica”, “vergonzosa” y “sensitiva”.

Posteriormente, en 1806, el botánico alemán Carl Ludwig Willdenow, en la cuarta edición del “Species Plantarum”, reasignó la mimosa al género Acacia, con el nombre Acacia farnesiana. Quedó así incluida en un gran género de árboles y arbustos con más de 1300 especies distribuidas por todo el mundo.

Recientemente se ha comprobado que el gran grupo del género Acacia es polifilético (que deriva de varios ancestros) y se ha dividido en cinco géneros. La mimosa ha sido asignada al género Vachellia, que fue acuñado en 1834 por los botánicos Robert Wight y George Arnott, en su obra «Prodromus Florae Peninsulae Indiae Orientalis» (Flora de la India), estableciendo como especie tipo a Vachellia farnesiana, a partir de plantas cultivadas en la India. En esta ocasión, el nombre genérico Vachellia nos conduce a la región de Macao en el sur de China y guarda relación con el Reverendo G. H. Vachell (1799-1839), capellán de la fabrica de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales en Macao, que recolectó plantas de la región y descubrió un número considerable de nuevos taxones.  Extraña historia la de este nombre botánico que asocia a la mimosa americana a un capellán inglés en Macao y a un palacio renacentista en Roma.

Por otra parte, el árbol recibe muchos nombres comunes diferentes en cada idioma. En Francia la llaman cassie, en inglés sweet acacia,  en México, huizache.

Desde los Jardines Farnesio, la especie fue introducida en la Provenza por el delicado olor de la flor, al menos a partir de 1825. Hoy la mimosa es la flor reina del invierno en la comarca de Grasse. La explosión de la floración es tan espectacular que de enero a marzo se organiza la “Ruta de la Mimosa” a lo largo de 130 kilómetros de la Costa Azul, cuando la tierra se cubre de oro y brilla entre el azul de mar y cielo.

Las descripciones de aromas de los expertos en perfumes amplían las sensaciones olfativas con matices visuales, táctiles, gustativos o sonoros. Así, a la fragancia de la mimosa la describen como un aroma floral con tono aterciopelado y tonalidad polvo. Tres escritoras del blog Fragantica encuentran en perfumes del mercado centrados en esta flor de oro estos matices sorprendentes:

De «Mimosa Pour Moi», dice Juliett Ptoyan,  que huele a color amarillo y que esta “eau» es como una montaña rusa de principios de primavera hasta el corazón del verano, fresca y caliente, picante y dulce.

De «Une Fleur de Cassie», cuenta Raluca Kirschner que huele como si cientos de dorados y esponjosos pompones de mimosa estuvieran rodando por una colina de sándalo tomando algunos tonos especiados de clavel en su camino, clavel que añade una especie de efecto de piel humana: un poema erótico en una botella.

Para Sandra Raicevic, el aroma de la mimosa representa a la perfección los días de verano en medio de un invierno frío y nevado que traen mucha felicidad y alegría.

Fruta del bergamoto, estallido brillante

Los olores de las frutas son muy atractivos para los pájaros y para nosotros; en este caso, los árboles sintetizan el aceite esencial en la piel del fruto. Los aromas de los cítricos son muy empleados en perfumes, especialmente el naranjo (Citrus aurantium) y el bergamoto (Citrus bergamia), el favorito de los perfumistas porsu carácter excepcional.

¿Qué tiene la esencia de bergamota? Es muy perfumada, con una acidez no aguda como en otros cítricos sino más sutil, resultando tan fresca que se considera “brillante”. También presenta una persistencia mayor que otros cítricos, lo que es muy importante para un perfume. Y armoniza con una amplia gama de mezclas de esencias, favoreciendo, además, que sus componentes se complementen entre sí. Es una de las notas más comunes en la paleta del perfumista. La versatilidad de la  bergamota es tal que la podemos encontrar tanto en las aguas de colonia más ligeras como en los perfumes más densos.

Si sois tan aficionados al té como yo, reconoceréis el aroma a bergamota en el famoso té Earl Grey, el té favorito del Conde Earl Grey (Primer Ministro británico de 1830 a 1834), que se popularizó a principios del siglo XIX y que sigue siendo predilecto de muchos té-adictos entre quienes me incluyo. El aroma de la bergamota también os puede resultar familiar por las aguas de colonia que todos hemos usado en algún momento de nuestra vida, porque es el principal componente de esta fórmula creada a principios del siglo XVIII como perfume ligero.

El árbol del bergamoto es pequeño de altura, conflores blancas muy perfumadas y una fruta esférica aplanada o piriforme, de pulpa verdosa, y corteza amarilla cuando madura.

Solo se conocen bergamotos de cultivos. En Asia tropical y subtropical, de donde proceden las especies del género Citrus, no se han encontrado bergamotos silvestres, así que su taxonomía ha sido muy discutida. La investigación genética sobre sus ancestros ha determinado que posiblemente sea un híbrido entre el naranjo amargo (C. aurantium) y la lima dulce (C. limetta). Hoy se acepta la clasificación como especie Citrus bergamia, aportada en 1819 por los botánicos Risso y Poiteau.

Sin saberse qué fue de este árbol antes, el bergamoto es citado por primera vez en 1714, en Colonia, Alemania, en los registros  de compras de ingredientes de la empresa de perfumes Eau de Cologne Farina, la marca de perfume registrada más antigua del mundo.

El Agua de Colonia Original (Original Eau de Cologne), fue creada a principios del XVIII por Giovanni Maria Farina. Era una solución de aceites esenciales diluidos en etanol al 4-8%, basada en esencias de limón, naranja, bergamota, mandarina, cedro, lima, pomelo y una mezcla secreta de hierbas.

Cuando se puso a la venta, el aroma sorprendió enormemente. Era una fragancia muy fresca, opuesta a los cargados perfumes que se usaban entonces. Goethe, Voltaire, Napoleón, la reina Victoria y otras personalidades se volvieron locos por ella; gracias a lo cual, el agua de Colonia se exportó a todo el mundo. Y el mundo descubrió el aroma y el nombre del bergamoto.

La primera plantación de bergamoto conocida aparece registrada en 1750 en el  sur de Italia, en la provincia de Reggio Calabria, en una pequeña franja de 150 km de la costa jónica. Desde entonces ese enclave no solo es uno de los escasos lugares donde su cultivo prospera sino que además ha sido el principal productor de bergamoto del mundo. Un pequeño rincón del Mediterráneo con clima subtropical húmedo templado, al resguardo de los vientos por las colinas circundantes, donde el bergamoto, parece encontrar cuanto necesita para desarrollarse y dar de sí la mejor esencia.

Hoy en día en Reggio hay 1500 ha dedicadas al bergamoto, que producen una media de 100.000 kg de aceite esencial de la mayor calidad. El bergamoto se cultiva en otras partes del mundo como Costa de Marfil o Marruecos, pero esas tierras no dan un aceite de la calidad del de Calabria.

El misterio de su origen ha dado lugar a que circulen diversas teorías sobre la procedencia del nombre bergamoto. Unos autores atribuyen el origen a distintas ciudades mediterráneas: Bérgamo, ciudad del norte de Italia; Berga, ciudad de provincia de Barcelona; Pérgamo, ciudad de Turquía.

Otra teoría bastante aceptada es que procede del turco “Beg ar mundi”, expresión traducida comúnmente como “pera del señor”. Sin embargo, H. Chapot, en su monografía Le bergamotier de 1962, descarta esta etimología por considerar que la aparición de la bergamota en Turquía es bastante moderna, además traduce la expresión árabe como “princesa de las peras”, debido al hecho de que, para mayor confusión, existen diferentes variedades de peras (Pyrus spp) que llevan el nombre de bergamota. Chapot sostiene que el bergamoto habría surgido en Calabria o Nápoles,  en forma de plántulas, probablemente como un híbrido, entre los siglos XIV y XVI.

El árbol de bergamoto se cultiva sobre todo para la extracción de esencia, que se extrae de la fruta verde inmadura. Pero también se obtienen de él otros productos: jugo de bergamota de alto contenido en acido cítrico; fruta confitada, a partir de bergamota verde; esencia de fruta amarilla madura para saborizante del té “Earl Gray” y de los famosos caramelos franceses “Bergamotes de Nancy” (desde 1850); esencia de “bergamotella”, de frutas inmaduras caídas al suelo, para uso en farmacia; y esencia del fruto verde cenizo para licores.

Hasta los años 90 del siglo pasado, el aceite esencial también se usaba en bronceadores, pero se descubrió que uno de sus componentes favorece la aparición de melanomas malignos y este tipo de productos se prohibió. La sustancia fotodañina es la furanocumarina, compuesto también conocido como psoraleno y bergapteno, presente en el residuo no volátil del aceite. En la actualidad, al aceite esencial de bergamoto para perfumes se le extrae previamente la furanocumarina.

Los principales componentes aromáticos del aceite esencial de bergamota son el acetato de linalilo, que aporta cierta frescura afrutada, y el linalol que huele más floral. El linalol también es componente del cilantro y la lavanda, de hecho el olor del bergamoto tiene afinidad con el de estas hierbas aromáticas.

La esencia de bergamota se usa en diferentes proporciones en casi todos los perfumes modernos.  En pequeñas dosis, según los perfumistas, añade brillo,  y en grandes cantidades, aporta un fondo radiante a otros aromas.

Son muchos los perfumes que incorporan la bergamota. La “Eau Sauvage” de Dior, creada en 1966 para hombres, contiene un 40% de bergamoto. La propia empresa describe en su web que  “su olor efervescente transmite la pureza cristalina y tonificante de los manantiales de agua mineral y hace un guiño a la fuerza más salvaje e instintiva de la virilidad”.

Shalimar, 1930

Shalimar, 1930

El perfume “Shalimar” creado en 1925 por la casa Guerlain contiene 30% de bergamota, y muchos coinciden en que es donde se puede explorar este aroma en toda su plenitud. Shalimar está inspirado en la historia de amor del emperador de la India, constructor del Taj Mahal, Shah Jahan, con su esposa favorita, la princesa Mumtaz Majal. El perfume, indica la casa Guerlain, se abre en un estallido de bergamota, le siguen delicadas notas florales en forma de sobredosis estructurada de rosa, jazmín y lirio, y termina con una estela de la adictiva vainilla.

El Agua de Colonia Original, descubridora del aroma del bergamoto, Farina la describió como “un amanecer italiano, con narcisos de montaña y azahares de naranjos después de la lluvia, que refrescaba y reforzaba los sentidos y la fantasía”.

La madera de sándalo, aroma sagrado

Otro grupo importante de materias aromáticas son las maderas de los árboles, aunque también se cuelan plantas no arbóreas con ese olor “amaderado” como la raíz de la hierba vetiver y las hojas del arbusto pachuli.

Según la clasificación tradicional (expuesta en el Museo de Grasse), las maderas aromáticas de árboles más usadas son las de cedro, sándalo y abedul. En otras clasificaciones, sin embargo, el grupo es muy amplio, incluye árboles aromáticos de clima templado muy conocidos como araucaria, abeto balsámico, alerce, ciprés, pino, tuya,  higuera, sicomoro, manzano, almendro o ciruelo, y otros tropicales exóticos como palosanto, jacaranda, eucalipto, teca, ébano, baobab, nim, oud. Existen pocas fragancias que no incluyan maderas.

En ese amplio abanico de maderas como materias para perfumes, el sándalo (Santalum album) ocupa sin duda un lugar destacado. Es uno de los ingredientes de perfume más antiguo que se conocen, lleva siglos siendo usado por sus cualidades fragantes, medicinales y escultóricas, y es un árbol con valor espiritual considerado sagrado en la India.

sandalwood

El olor del sándalo se califica como aroma de madera clásico, exótico y oriental. Frente a otras maderas de olores que evocan aires frescos como el pino o el cedro, el del sándalo se percibe como un aroma profundo, acogedor, con matices cremosos, lechosos y dulces. Y muy persistente, la madera retiene el aroma durante décadas.

El sándalo es un pequeño árbol tropical, de la familia de las santaláceas. Siempreverde y longevo, tiene hojas finas y colgantes, flores pequeñas color púrpura y frutos globosos pequeños. En la India crece hasta los 20 metros de altura, menos en otros enclaves. Tiene la particularidad de ser un árbol hemiparásito, parasita las raíces de otras plantas de su entorno mediante unas estructuras llamadas haustorios, emitidas de sus propias raíces, así obtiene algunos nutrientes como fósforo, potasio y nitrógeno. Es pariente del muérdago (Viscum album), otra santalácea nativa de Europa también semi-parásita, que es utilizado como adorno navideño. Su hábitat natural es el bosque tropical caducifolio seco.

Se considera nativo de la India, China, Indonesia y Filipinas. En el norte de Australia también se encuentra, no se sabe si de origen nativo o plantado.  Algunos botánicos consideran que fue introducido en la India desde la isla indonesia de Timor, pero hay testimonios de su presencia en India desde hace 23 siglos, ya que aparecen referencias a él en el Mahabarata (300 años a.C.). Hoy crece en los estados indios de Karnataka, Tamil Nadu, Kerala y Andra Pradesh, y la India es el principal productor mundial.

La madera es de textura fina, muy resistente a hongos e insectos. La albura es blanca e inodora mientras que el duramen es amarillento y fuertemente aromado. En el pasado se usaba para construir barcos y templos. También se usa para tallar figuras. Y desde luego en perfumería así como en medicina tradicional.

El nombre genérico Santalum procede del griego santalon y este del sánscrito candanam, traducido como “madera para quemar incienso”; su nombre hindi es santal. El epíteto album se refiere al color blanco de la albura. El género tiene unas 25 especies, algunas también aromáticas con uso comercial.

El alto valor del sándalo ha llevado a la extensión de su área de distribución. Las esencias procedentes de India son la de mayor calidad y la de Mysore (estado de Karnataka) la más valorada de todas.

Desde 1998 la UICN considera al sándalo dentro de la categoría de “especie vulnerable”, por las amenazas del fuego y el pastoreo y sobre todo por la intensa explotación de la madera para aceite esencial y mobiliario. Como medidas de conservación, el Gobierno de India ha prohibido la exportación de la madera, ha declarado al árbol de propiedad estatal y ha proclamado leyes protectoras; a pesar de ello hay un alarmante tráfico ilegal de madera.

El aceite esencial de sándalo se obtiene por maceración y destilación de las raíces y el duramen de la madera, pulverizados y secos. El tronco del árbol contiene la mayor cantidad de aceite en la madurez, cuando el árbol tiene entre 40 y 80 años, la obtención es costosa y la esencia extraída tiene un precio alto.

En las medicinas tradicionales de India, China y otros países de su región nativa se usa el aceite esencial de sándalo desde antiguo. El principio activo terapéutico es el santalol, que constituye el 90% del contenido del aceite, y es el que protege al árbol. Una de las propiedades reconocidas es la de mejorar las dolencias de la piel. También se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, antifebriles y bactericidas.

En la India, el sándalo forma parte de los ritos espirituales. En los templos y en los altares domésticos se quema inciensos de sándalo para recordar lo fragante que es el reino de los dioses. En las prácticas de meditación, el humo de sándalo suele estar presente porque se considera que calma y enfoca la mente. Hay deidades talladas en madera de sándalo y rosarios realizados con las semillas. En las ceremonias religiosas se prepara una pasta de sándalo, llamada “chandanam”, que se aplica en la cabeza, pecho o cuello, así como en las figuras de diosas y dioses.

Según un relato mítico, la diosa Parvati, esposa de Shiva, creó a Lord Ganesha de sándalo, amasando la figura con la pasta “chandanam” e insuflándole después un soplo de vida.

El olor del sándalo es muy diferente a otros aromas de madera. La nota amaderada es delicada y sutil, en conjunto es una fragancia rica, fresca y balsámica, dulce y brillante. Se le atribuye poder afrodisíaco. La esencia de sándalo, usada en pequeñas proporciones, es un fijador que realza las otras fragancias y mezcla bien con la mayoría de los aceites.

Hay muchas fragancias que se basan en el sándalo. “Trayee”, de Neela Vermeire, es una fragancia de 2012 que representa según sus creadores el paisaje espiritual de la época védica. Contiene ingredientes naturales usados en las ceremonias védicas que van desplegándose sucesivamente provocando puras sensaciones de la India, de la vaporosa impresión del humo del sándalo ardiendo al olor a polen de jazmín sobre la piel, siguiéndole el aroma de una ofrenda de flores.

Estamos en diciembre cuando escribo esta entrada. En televisión emiten todo tipo de anuncios de perfumes con imágenes atrayentes y nombres enigmáticos. Ninguno nombra árboles. En París en estos días abren un nuevo museo, el Grand Musée du Parfum, donde seguro aguardan nuevas experiencias y revelaciones.

He sido impermeable a estos productos durante toda mi vida, ahora sin embargo me rindo ante la riqueza de este conocimiento antiguo y renuevo mi asombro por la belleza de estas materias sutiles, los olores, aromas, fragancias, que los árboles aportan a nuestro mundo. Quizás esta Navidad regale perfumes, eso sí, asegurándome que contengan esencias de árbol. Tal vez en esas esencias etéreas haya algo más que compuestos químicos, tal vez sea ahí donde se concentre el alma de los árboles.

Escrito por Rosa, 22 de diciembre de 2016

Fuentes
Museo de la perfumería de Grasse
Descripción de Acacia farnesiana, CONABIO, México
Conservación de Santalum album según UICN
Monografía sobre el bergamota de H. Chapot de 1962
Blog Fragantica
Blog Bois de jasmin

Entradas de este blog relacionadas
Acacias viajeras
La ciudad perfumada
Lágrimas de la mujer árbol
Las Islas de las Especias

Fantasía Flamenca

La música nació con el ser humano y es una manifestación cultural universal. Los sabios griegos Platón, Pitágoras y Aristóteles ya resaltaron el valor cultural de la música: una medicina para el alma, un medio para enriquecer el ánimo, un vehículo para la catarsis emocional.

En mi experiencia como oyente, ninguna música ha enriquecido más mi ánimo ni ha calado más profundo en mi interior que la del guitarrista flamenco Paco de Lucía. Los sonidos de su guitarra siempre me provocan una agitación en lo hondo, siempre me atrapan y transportan a un estado de felicidad, con la elegante, colorida y atemporal belleza de su ritmo y armonía, y con la historia, tan antigua como el mundo, que su melodía me parece susurrar.

Comparto con el artista el entorno natural de la infancia, el singular enclave de Algeciras, pero la música de Paco de Lucía, aun siendo flamenca, es una música global apreciada en todo el mundo. Porque habla de lo más próximo, de las vivencias comunes del ser humano, del misterio insondable de la vida que no sabemos expresar. Se siente y se comprende en cualquier parte porque es una música verdadera, tiene la belleza de la verdad. El genial artista, como un mago o un héroe, ha sido capaz de arrancarle ese misterio a la guitarra y compartirlo con nosotros.

Cuando un músico es tan sorprendente, innovador, creativo, virtuosista y revolucionario como Paco de Lucía, es una tentación pensar que el misterio de su arte tan grande debía residir en su guitarra. Incita a sospechar que su instrumento debía tener cualidades únicas (por no decir mágicas) que le conferían poder a sus manos, a su imaginación, inteligencia y sensibilidad para crear la música tan deslumbrante que todos conocemos.

Disco_Por_descubrir

No es así, claro, pero algo de magia debe existir. La guitarra es un instrumento musical hecho casi totalmente de madera de distintos árboles que poseen la rara cualidad de producir y propagar sonidos. Pero no basta solo con las maderas sonoras para tener una buena guitarra. Desde las profundidades de los bosques donde crecen estos árboles hasta llegar a ser piezas de la guitarra del maestro hay un largo camino de preparación y metamorfosis de las maderas en las manos hábiles del lutier, que sabe cómo trabajarlas para extraerle su mejor sonido.

El maestro Paco de Lucía sintió preferencia por las guitarras de los Hermanos Conde, empresa madrileña fundada en 1915 como Domingo Esteso. En una carta a estos, expresa así el reconocimiento al trabajo de su lutier:

El flamenco es un desgarramiento y ese desgarramiento-guitarra lo he vivido en mis manos muchas veces a través de las guitarras de mis artista-amigos hermanos Conde. […] Y es que para desgarrar el sonido a una guitarra hay que darle alma, magia o arte en definitiva, y eso es lo que hace un artista, porque solo un artista sabe crear un cuerpo a ese arte, un cuerpo que inunde con fuerza de color y forma.

El sentirse cómodo en la vida se encuentra como condición esencial, primero para ser y segundo para dar, tengo que identificarme primero para luego transmitir. Mi comodidad con mi guitarra es mi todo, como flamenco en mi caso, ese todo desmesurado es a la vez belleza, equilibrio, armonía y fuerza.

Los árboles sonoros

Una guitarra es un objeto compuesto por un mango y una caja de resonancia. El mango lo conforman el mástil, el diapasón, los trastes, las cuerdas y el clavijero. La caja de resonancia es el cuerpo de la guitarra, contiene el fondo, los laterales y la tapa armónica perforada; también el puente, donde se fija el otro extremo de las cuerdas.

En la construcción de guitarras flamencas, como las de Paco de Lucía, cada pieza tiene una función diferente en el sonido final y requiere un tipo distinto de madera sonora. Los árboles que con su sonoridad han contribuido al arte del maestro son principalmente: el ciprés mediterráneo, el pino abeto alemán, el ébano, el cedro amargo y el cedro rojo, y el palosanto de la India.

cipres-BarberEl ciprés mediterráneo (Cupressus sempervirens) proporciona una madera acústica de color claro con la que se fabrica el fondo y los aros de la guitarra flamenca, la pieza que recibe las onda sonoras y las refleja hacia fuera. El arbol ciprés forma parte del paisaje cultural de la región mediterránea, donde es nativo y se cultiva desde muy antiguo. La madera, como la de la mayoría de las coníferas, se considera ligera y blanda, pero es muy resistente y con una fragancia intensa y tenaz. Para el toque, es blanda, cómoda de tocar, y su sonido es brillante, cristalino, percusivo.

Las guitarras de ciprés (fondo y aros), llamadas por los flamencos «guitarras blancas», han sido las tradicionales entre los guitarristas flamencos hasta que Paco de Lucía cambió la tradición. Una de las razones es que el volumen de la caja resonante es muy apropiado para salas pequeñas, los escenarios propios donde se acompaña al cante y al baile. Por otra parte, el ciprés es una madera más barata porque el árbol se cultiva en España, aunque parece que hoy en día se importa de Alemania, Rumanía y Grecia.

Paco de Lucía nació y creció entre guitarras flamencas de este tipo, aprendió con ellas. La primera guitarra propia, comprada en 1962 por Benítez Reyes, el amigo de la familia, a los Hermanos Conde,  fue una guitarra de ciprés.

abeto-aleman-BarberEl pino abeto alemán (Picea abies) es también una conífera europea. Se conoce por diversos nombres: abeto rojo, falso abeto, pícea europea y árbol de Navidad. Esta madera, que es de color claro, en la guitarra flamenca se usa para la “tapa armónica”, una pieza clave de este instrumento. Las vibraciones de las cuerdas se transmiten desde el puente, la tapa vibra, mueve el aire contenido en la caja de resonancia y el sonido se amplifica. El abeto rojo es un gran árbol de la familia de los pinos que llega a los 55 metros de altura, tiene porte de árbol navideño y es natural del norte y centro de Europa. Vive en la alta montaña, en ambientes fríos. Su longevidad es notoria, existe un ejemplar en Suecia considerado uno de los árboles vivos de más edad del mundo (9.550 años). Es un importante árbol maderero de Europa.

Las cualidades sonoras de la madera del pino abeto alemán son sobresalientes. La condición de árbol de montaña le da estructura, estabilidad y homogeneidad a las aptitudes tonales. Stradivarius construyó sus famosos violines con madera de este árbol. Los pianos Fazioli también llevan la tabla armónica de abeto rojo. El guitarrero almeriense Antonio de Torres (1817-1892), considerado el lutier más influyente en la configuración de la guitarra clásica española, incorporó el pino abeto alemán para la tapa armónica y desde entonces se usa en la guitarra flamenca.

cedro-rojo-BarberEl cedro rojo de Canadá (Thuja plicata) es conocido también como tuya gigante, árbol de la vida o cedro rojo del Pacífico. La madera color marrón posee magníficas propiedades acústicas. Su uso es reciente para tapa armónica de guitarras, en las flamencas se usa poco, es más frecuente en las clásicas. Esta tuya gigante es un gran árbol de hasta 60 metros de la familia de los cipreses (no es un verdadero cedro), nativo de la región costera del oeste de Norteamérica (EEUU y Canadá). Para los indígenas de esa franja costera era un verdadero árbol de la vida del que extraían infinidad de productos, incluyendo sus tótems espirituales y sus canoas. La madera tiene intenso olor aromático semejante al del cedro, es ligera, muy estable y resistente. Paco de Lucía tuvo algunas guitarras con tapas de esta madera.

ebano-BarberEl ébano (Dyospiros ebenum) tiene una madera de un atractivo color negro, de las más duras y pesadas del mundo, se hunde en agua. Con ella se construye el diapasón de la guitarra, la pieza alargada y estrecha sobre la que se presionan las cuerdas a la hora de tocar, que debe resistir la fuerte presión. El ébano es un árbol mediano de los bosques secos de la India, pero está en peligro de extinción y prohibida su exportación. Actualmente se importa de plantaciones de países africanos como Nigeria o Camerún. Las excepcionales cualidades sonoras de la madera de ébano la hacen indispensable para instrumentos de viento como oboes y clarinetes así como para piezas varias de instrumentos de cuerda y para teclas negras de pianos. En la guitarra flamenca, el diapasón de ébano produce sonidos brillantes y agudos.

cedro-honduras-gEl cedro español o cedro amargo (Cedrela odorata), de la familia de las Meliáceas,  no es un cedro ni un árbol sonoro. De su madera color marrón rosado se fabrica fabricar el mástil de la guitarra, pues pesa poco y a la vez es resistente, aguantando bien la presión que ejercen las cuerdas. El diapasón de ébano sobre el mástil de cedro amargo forman un mango muy rígido que no se comba. Oriundo de las regiones tropicales de América, llega a los 40 metros de altura con su tronco cilíndrico y copa redondeada. Los Mayas y los primeros colonizadores usaban esta madera para todo tipo de usos. El aroma intenso de la madera (al que debe su nombre común) junto a la resistencia al ataque de polillas hace de este árbol una de las especies madereras más importante del mundo.

palo-santo-india-BarberEl palosanto de India (Dalbergia latifolia), debido al aroma floral de su madera, es conocido en inglés como Indian Rosewood o madera rosa de la India. La madera es oscura, pesada, resistente y durable. Como la del ciprés, es idónea para fondo y aros de la guitarra. El palosanto o palisandro indio es una leguminosa de tronco recto que llega hasta 40 metros de altura. Nativo de los bosques indios tropicales del monzón, gran parte de la madera proviene hoy de la fecunda región de Kerala. El crecimiento lento de este árbol aporta a la madera dureza y una estructura homogénea. La madera es muy valorada por el color (de marrón hasta púrpura e incluso más oscuro), durabilidad, resistencia y fuerza. Acústicamente, es muy resonante, fiable, de alta calidad constante y produce un sonido profundo.

Hay otros palisandros sonoros, como el palosanto de Río (Dalbergia nigra), árbol de las selvas brasileñas de la región entre Bahía y Río de Janeiro que fue estimadísimo para fondo de guitarra hasta mitad de los años 60, por la belleza de la madera muy oscura y la excelencia de su sonido palosanto. Pero la especie llegó a estar en peligro de extinción o casi extinguida debido a la desaparición de su hábitat natural a causa de la deforestación para tierras agrícolas. Desde 1968, la exportación de troncos enteros está prohibida y, desde 1992, la comercialización de la madera está restringida por la CITES (Convención Internacional de Especies Amenazadas de Flora y fauna Silvestre). Así fue cómo el palosanto de India, por su mayor disponibilidad y sostenibilidad, se convirtió en el sustituto del palosanto de Río para la fabricación de guitarras.

Conde blanca, Conde negra, Conde roja

Paco de Lucía tuvo muchas guitarras. Antes cité que la primera fue una “conde blanca” de ciprés. En los años sesenta, el Paco joven se ejercitó en el arte de acompañar al cante y al baile; empezó a grabar discos donde ya comenzaba a mostrar el soberbio sentido del compás, la técnica precisa y vertiginosa, y las primeras armonías novedosas al flamenco. Pero terminando la década de los sesenta, la genialidad natural de Paco empezó a rebosar el estanque de la tradición flamenca; para expandirse y dejar fluir el ímpetu de sus dotes interpretativas y compositoras necesitó cambiar la manera habitual de tocar la guitarra y modificar algunos elementos del instrumento mismo.

El músico inconformista adoptó una postura nueva para tocar que supuso una revolución; cruzó las piernas, apoyó el instrumento y bajó el mástil, una postura que le daba más libertad de movimientos a ambas manos. Para tocar como concertista en grandes salas de teatro sintió la necesidad de una guitarra con más fuerza y encargó a los Hermanos Conde la construcción de una guitarra flamenca algo diferente a la tradicional. Tuvo la idea de hacer una guitarra con la misma madera usada para la guitarra clásica, el palosanto. Esto incidió en la estética del sonido tradicional (timbre) y en una mayor fuerza y carácter del instrumento. Además, modificó el espacio entre la primera y la sexta cuerda, haciéndolo mas ancho, para adecuarlo a su peculiar técnica expresiva con el pulgar de la mano derecha. En su disco Fantasía Flamenca de Paco de Lucía, se muestra esta nueva guitarra flamenca, conocida como la “conde negra” (en referencia al color oscuro de la madera de palosanto, en oposición al claro de ciprés).

Sobre esa conde negra se han hecho muchos comentarios: que era de palosanto de Río, que era la que más le gustaba a Paco de Lucía, que se la robaron a mitad de los setenta y que es la que aparece en discos y videos de los años 70, como Fuente y Caudal. No he podido contrastar esta información con fuentes seguras.

En 1975, adquirió otra guitarra similar a los Hermanos Conde, construida por Mariano Conde, de madera de palosanto de India. De esta guitarra sí hay testimonios fidedignos y lleva el distintivo de la casa Conde de la media luna en la cabeza. Se la conoce como la “conde roja”, por el color oscuro rojizo de la madera, ya que el barniz de los Conde tenía ese tono. Esta guitarra ha sido su acompañante habitual de conciertos hasta sus últimas giras. Se la ha visto arañada, desconchada y después restaurada.

PDL por Luciano Viti

La maravillosa guitarra del maestro

Paco de Lucía tuvo también guitarras de Ramírez, del americano Lester Devoe, de Vicente Carrillo, el constructor de las guitarras marca “Paco de Lucía”, y de otros lutieres. Algunas serían de palisandro de Río. Pero para los conciertos prefería su “conde roja”. Me pregunto si sería el sonido de la madera de palosanto de India lo que le atraía de esa guitarra. En conversaciones con Mariano Conde hijo, guitarrero de Paco de Lucía tras heredar la empresa de su padre, me revela verdaderas perlas para entender el misterio de la buena guitarra.

Mariano asegura que en una guitarra, el arte procede en un 50% de la madera y en un 50% del trabajo acabado del artista-lutier. Una guitarra es un todo. No se sabe cómo será hasta que no se termine. Lo más importante es que una vez terminada, una guitarra tiene que acoplarse bien al guitarrista, a su peculiar manera, fuerte o blanda, de pulsar las cuerdas.

Las guitarras tiene algo traicionero: nace con una dureza de cuerda determinada. Y eso se ajusta o no a la fuerza y estilo de tocar del guitarrista. Los tocaores solían tener dos guitarras, una para los solos y otra para acompañar, pero ahora si un guitarrista tiene pulsaciones fuertes prefiere usar la negra para ambas ocasiones.

Se pueden ver guitarras con muy buenas maderas, costosas, pero que resultan malas guitarras. Porque el lutier no ha sabido hacerlas hablar, no ha sabido averiguar qué necesitan para expresar todo su potencial sonoro: qué espesores, qué curvas, qué interiores, qué mezclas. En cambio, de maderas sencillas pueden salir guitarras maravillosas.

Paco de Lucía, dice Mariano Conde, tenía el sentido de la guitarra. Sabía perfectamente que su guitarra más maravillosa era la que se ajustaba mejor a su pulsación, a sus maneras tan únicas de tocar. No se dejaba llevar por otras consideraciones. Y, entre todas las que tenía, siempre volvía a la conde roja, con la que se encontraba más cómodo como manifestó en su carta. Imagino que la sentía como una prolongación de su propio cuerpo y de su ser.

Fantasía flamenca

Paco de Lucía fue un buscador incansable e insaciable en pos de su fantasía flamenca. Buscaba en la fuente inagotable de su infancia, buscaba en el río de la vida y buscaba en la guitarra.

Ritmo preciso. Nota perfecta. Pulcritud. Afinamiento. Belleza. Sentimiento. Esencia. Expresión. Y narración. Un canto, una copla, el cantar como el más perfecto de los instrumentos. Buscaba ese canto primordial, único y completo en su guitarra.

Y tal vez, como al buen lutier, la maderas le cantaban a él la bella, ancestral y eterna canción de la Tierra que tan bien cantan los árboles y el mar. La misma canción en distintas lenguas, la de las montañas europeas, de los bosques de la India, de las llanuras de África y de la costa pacífica y los trópicos de América. Con su fantasía flamenca el maestro las fue traduciendo y convirtiendo en piezas sonoras, audibles e inteligibles, que ya forman parte de nuestra memoria más profunda.

Gracias, Paco.

Escrito por Rosa, 25 de febrero de 2015.

Paco de Lucía interpreta la seguiriya Luzia, Montreux 2012
Web oficial de Paco de Lucía

Guitarrería de Mariano Conde
Carta de Paco de Lucía a los lutieres Hermanos Conde
Ciprés mediterráneo en este blog
Palisandro amarillo en este blog
Scientific American sobre el árbol vivo de mas edad del mundo

 Fuentes

Téllez, J. J. Paco de Lucía: Retrato de Familia con Guitarra. Quasyeditorial. Sevilla, 1994.
Poren, D. E. Paco de Lucía y familia: El Plan Maestro. Sociedad de Estudios Españoles. Madrid, 1992.
Gamboa, J. M. y Núñez, F. Paco de Lucía Integral. Universal Music Spain S.L. 2003.
I Simposio Internacional Paco de Lucía, fuente y caudal. Bienal de Flamenco de Sevilla 2014.
Wikipedia

Agradecimientos
Al guitarrero Mariano Conde por su valiosa información.

Nuestra Señora del Roble

Paseando por arboledas, a veces llego a lugares en los que de repente siento algo indescriptible que me obliga a detenerme. Puede que sea la majestuosidad de un árbol concreto que parece hablarme, o bien la luz, o la atmósfera de encantamiento que envuelve un recoleto grupo de árboles. Lo cierto es que me siento traspuesta; mi mente se acalla de inmediato y mi ánimo da un salto hacia dentro, hacia mi consciencia más profunda; entro en estado de éxtasis por el impacto de la belleza conmovedora de los árboles.  En esos momentos puedo comprender la admiración y reverencia que sintieron por los árboles los pueblos antiguos, pues su poder silencioso me alcanza.

Un día de primavera, explorando las arboledas alrededor del pueblo de Constantina (Sierra Norte de Sevilla), descubrí la ermita de la Virgen del Robledo. Ya conocía advocaciones de la Virgen relacionadas con el mundo vegetal, sin embargo, desde que escribo este blog, era la primera vez que me encontraba en un lugar concreto donde se había manifestado esta misteriosa relación Virgen-Árbol. En la tradición católica hay muchas manifestaciones de vínculo espiritual de los árboles y arboledas con la figura de la Virgen María que muchos autores conectan con veneraciones a los árboles sagrados de los tiempos precristianos.

Ermita_Robledo_Constantina

En la religión católica la Virgen María recibe muchos nombres complementarios o advocaciones que la relacionan con árboles. En esos casos los nombres de árboles o de formaciones boscosas se añaden a “Virgen”, “Santa María” o “Nuestra Señora”. El origen de estas denominaciones casi siempre está vinculado a apariciones de la Virgen sobre las ramas de algún árbol o a los hallazgos de imágenes marianas escondidas en oquedades de troncos. Son sucesos envueltos en cierto misterio que suelen ir acompañados de episodios milagrosos y del inicio de una fervorosa devoción popular, con la consiguiente edificación de una ermita o santuario en el lugar arbolado.

El culto a estas advocaciones marianas relacionadas con sitios boscosos o con algún árbol, está bastante extendido por Europa y América. En España, se puede encontrar toda una variedad de advocaciones arbóreas de la Virgen, que son usadas como nombres propios de mujeres y niñas.  Como ejemplos de nombres con árboles, se pueden citar la Virgen del Pino, del Olmo, del Sauce, del Fresno, del Enebro, de la Sabina, de la Palmera (o de la Palma), de la Higuera, del Almez y del Tejo; y de nombres con arboledas, la Virgen del Hayedo, de la Olmeda, del Pinar y del Enebral. También existen advocaciones relativas a especies cultivadas como la Virgen del Castaño, del Cerezo, del Manzano, de la Oliva, del Olivar, del Avellanar y de la Nuez¹.

Los árboles que más veces aparecen en las advocaciones marianas son los cuercos (especies del género Quercus), tanto los robles (Virgen del Roble, del Robledo, de la Carballeda, del Carballo, del Rebollet y del Roure), como la encinas (Nuestra Señora de la Encina, del Encinar o del Carrascal). Hay que recordar que en Europa el roble era venerado como árbol sagrado durante los tiempos precristianos.

Me he detenido a explorar con más  atención tres ejemplos de esta asociación de la Virgen con el roble. La más cercana es la Virgen del Robledo de Constantina (en la provincia de Sevilla donde resido, en España), la segunda es Nuestra Señora del Roble, al otro lado del Atlántico, en México, y por último, María del Roble en Alemania. Tres historias diferentes pero con mucho en común.

Virgen del Robledo, Constantina, España

La leyenda cuenta que:

Virgen del RobledoEn el  paraje conocido como “El Robledal”, un joven pastor llamado Melchor estaba cuidando sus ovejas y de repente vio en un roble un intenso resplandor, al acercarse  descubrió a la Virgen María encima de las ramas del árbol.  Fue a contarlo al pueblo, pero nadie le creyó y el cura de la parroquia le pidió alguna prueba. El pastor volvió hasta el roble y la Virgen le dijo que cuando regresara al pueblo los vecinos se habrían curado de la peste bubónica, que entonces azotaba a la villa, y que ante el sacerdote se descubriera el pecho. 

Cuando llegó a Constantina le dijeron que los enfermos habían sanado y, al encontrarse con el cura, se descubrió el pecho y tenía una rosa grabada en su piel. Entonces, todos los vecinos del pueblo se dirigieron al árbol de la aparición a rezarle a la Virgen. Poco después, en ese lugar se levantó una pequeña ermita para darle culto. La imagen, tomó el nombre de la arboleda “Virgen del Robledo” y con el tiempo se convirtió en la Patrona de la localidad.

La Hermandad de Nuestra Señora del Robledo de Constantina data de antes de 1568. La primera imagen de la Virgen fue destruida en 1936 (durante la Guerra Civil); en 1937, el imaginero Castillo Lastrucci realizó una talla que es la que hoy se conserva.

Cada agosto la Virgen es trasladada desde la ermita a la parroquia de la villa y el último sábado de septiembre se le devuelve a su ermita en romería popular.

Nuestra Señora del Roble, Monterrey, México

La leyenda cuenta que:

En 1592, el misionero franciscano Fray Andrés de León, antes de salir a evangelizar una tribu cercana, colocó una imagen de la Virgen en una oquedad de un roble para protegerla de las incursiones de los indígenas nómadas hostiles. Poco después, el ataque de tribus próximas o la rebelión de los indios evangelizados obligó a los misioneros y conquistadores a abandonar la misión a toda prisa sin recoger la imagen, que quedó allí abandonada. 

Años más tarde, alrededor de 1626, cuando ya se había fundado la ciudad de Monterrey (México), una pastorcita que cuidaba un rebaño de cabras oyó que la llamaban insistentemente desde un roble y se acercó con curiosidad al lugar de donde procedía la vocecilla misteriosa. Para su sorpresa, encontró en la oquedad del tronco la pequeña imagen de la Virgen María envuelta en luz  y desprendiendo un suave olor. Rápidamente corrió y avisó a sus padres y al cura, quien se convenció de la veracidad de la manifestación de la Virgen y pidió a sus feligreses que llevaran en procesión la imagen mariana a la iglesia parroquial. 

Mural Basilica del Roble 2

Pero a la mañana siguiente la Virgen no estaba en la parroquia, sino que había vuelto al mismo hueco del roble donde la niña la hallara. El hecho se repitió tres veces, por lo que finalmente decidieron edificar un templo donde estaba el árbol.

Hoy, en el lugar de la primera capilla, existe la basílica de Nuestra Señora del Roble, con el campanario más alto de todo México, donde se sigue venerando la misma imagen que encontró la pastorcilla hace 400 años. La figura es una pequeña escultura de 58 cm, hecha de una mezcla de corazones de maíz y bulbos de flores, el material que usaban los escultores indígenas del siglo XVI.

La Virgen de Roble también es conocida como la Virgen de la Frontera, la Reina del Norte y la Virgencita Reinera porque a ella no solo acuden devotos de Monterrey sino de todos los pueblos fronterizos que vienen a pedirle protección y consuelo. Tiene dos fiestas, la de mayo, por su coronación,  y la del 18 de diciembre, como Patrona de Monterrey.

María del Roble (Maria Eich), Planegg, Alemania

En la región alemana de Baviera, a 32 km al sur de Múnich, en el municipio de Planegg, se encuentra un santuario dedicado a María del Roble (Maria Eich en alemán). La ermita se encuentra en un área forestal recreativa (Kreuzlinger Forest), en mitad de una arboleda de robles y tilos. Esta es su leyenda:

En 1710, los dos hijos jóvenes de un herrero realizaron una pequeña estatua de hierro (de solo 20 cm) de la Madre María. Colocaron la estatua en el hueco de un viejo roble, pero con el paso del tiempo la “Virgencita del Roble” fue olvidada.

Tiempo después, dos chicas encontraron la estatua de la Virgen, que ya era apenas visible pues el roble había crecido y casi engullido la pequeña figura mariana. Las dos jóvenes padecían una terrible enfermedad y, por eso, se arrodillaron y le pidieron a María que recobraran su salud. De forma milagrosa las jóvenes se curaron y, como reza el lema, ¡María las ayudó! 

maria-eich-1932Para expresar su gratitud, el padre de las dos jóvenes, levantó una sencilla capilla de madera frente al roble, tomó la estatua del tronco y la colocó dentro de la capilla. 

Hoy en día el santuario es una iglesia pequeña, construida en 1958 y ampliada  en 1966. Detrás del altar, donde se venera a la imagen de María, se accede a una habitación donde está el tronco del árbol centenario que sale hacia el cielo por un agujero en el techo de la habitación. En las paredes y techo hay cientos de postales y cartas escritas por los peregrinos pidiendo ayuda o agradeciendo los favores concedidos². La ermita es cuidada por unos monjes agustinos que viven en un convento edificado junto a la ermita.

Huellas de tradiciones y símbolos antiguos

El culto y la peregrinación en santuarios inmersos en bosques son prácticas que se repiten a lo largo y ancho del mundo católico. Pueden reconocerse algunas trazas de tradiciones de otras épocas con las que guardan conexión.

En las sociedades antiguas la gente dependía de los bosques, los árboles eran importantes elementos de su ambiente. Personificaban el ciclo mismo de la naturaleza. Por ello, los diversos pueblos los eligieron para simbolizar el cosmos, la vida, la inmortalidad y la sabiduría. Los árboles expresaban todo lo que se consideraba sagrado y lo encarnaban ellos mismos. Eran los intermediarios entre la tierra, donde están enraizados, y el cielo, hacia donde apuntan sus copas; representaban el paso de la consciencia humana desde el nivel de la existencia cotidiana a un nivel superior, más próximo a la perfección, a lo espiritual o a lo divino.

Por su marcado poder simbólico, las arboledas y los árboles portentosos fueron los primeros santuarios donde los habitantes se reunían a expresar su espiritualidad y a comunicarse con lo sagrado. También fueron lugares de importancia social, pues alrededor del árbol se celebraban actos y rituales de interés para la comunidad como la impartición de justicia, la resolución de conflictos o los nombramientos de jefes.

Con la llegada de los primeros misioneros cristianos, muchos árboles sagrados fueron destruidos, tanto en Europa (en especial en la antigua Germania³) como en América. Sin embargo, se podría asegurar que el mito del árbol sagrado en general, y del roble sagrado en particular, y su ancestral sentido simbólico ha perdurado en la consciencia colectiva. Tal vez en el origen de las numerosas apariciones y hallazgos marianos haya una llamada desde el fondo de la consciencia colectiva a volver a la sencilla espiritualidad en torno a los árboles y a la naturaleza como representantes de lo sagrado.

Por otro lado, el símbolo cristiano de la Virgen María tiene algo en común con los árboles. En el santuario de María del Roble (Alemania), de una forma popular y espontánea, los peregrinos han creado un modo de comunicar sus peticiones de ayuda o su gratitud por la intervención divina escribiendo notas dirigidas a María. El papel de María, como mediadora entre los fieles y el ser supremo Dios Padre, recuerda al del árbol como enlace entre la tierra y el cielo. Ambos son concebidos como puertas de acceso al poder divino.

Otra interpretación simbólica que me resulta interesante, es la que relaciona a la figura de la diosa femenina con elementos de la naturaleza. La figura maternal y protectora de María podría ocupar el papel de cultos antiguos dedicados a diosas de la naturaleza como Diana/Artemisa y otras. Existen advocaciones marianas en relación a cuevas, manantiales y otros elementos de la naturaleza. Igual que el árbol, en estas advocaciones, María puede verse como pura manifestación de la naturaleza, una abertura a través de la cual, como del árbol o del manantial, emana la energía de la diosa madre Tierra, maternal, generosa, vital, sanadora y renovadora.

En los tres casos referidos de culto a Virgen con Árbol, el encuentro con las imágenes o las apariciones milagrosas son protagonizados por niños y jóvenes de clase humilde, lo que suscita a pensar que el espíritu abierto, la inocencia y la sencillez son las cualidades necesarias de los peregrinos para acceder a la consciencia espiritual y al misterio de lo trascendente. Lo que nuevamente nos recuerda el modo de vida de las sociedades antiguas, más en contacto con la naturaleza, que favorecía la conexión con estados más elevados de la consciencia.

Epílogo

En lo más profundo de nuestra tradición cultural y religiosa pueden estar ocultos árboles invisibles. En un nombre que se hereda de abuela a nieta, como María del Robledo o María de la Palma (mi segundo nombre), o en una romería, que es una fiesta colectiva, expresión de la espiritualidad popular espontánea y de la cohesión de la comunidad.

"Sacred grove" por Greg Olsen.

Fragmento de «Sacred grove» por Greg Olsen.

Después de indagar en el misterio de la Virgen del Robledo y otras imágenes afines, me reafirmo en mi tesis inicial: existe un vínculo intemporal que une a nuestro espíritu con los árboles. Es un vínculo invisible pero potente, que puede manifestarse en un tranquilo recodo del camino boscoso o en un santuario retirado presidido por Nuestra Señora del Árbol; claro que solo lo percibiremos si nos abrimos al misterio como niños.

————————–

¹ Mi amigo antropólogo Pedro Cantero me facilitó la referencia del artículo sobre advocaciones marianas relacionadas con plantas, en el que citan más de 70 relativas a árboles y más de 100 santuarios: R. Morales y L. Villar, Advocaciones de la Virgen con referencia al mundo vegetal, Revista de Folclore, 270: 212-216, año 2003.
² Artículo que describe la sociología del culto a Maria del Roble en Planegg, Alemania: D.B. Lee, Maria of the Oak: Society and the problem of divine intervention, Sociology of Religion, 70: 213-231, año 2009.
³ La leyenda de San Bonifacio cortando el árbol sagrado de los germanos se comenta en el post Siempreverdes en Navidad. En el texto latino de Tácito sobre Germania, se recoge la veneración de los árboles sagrados; ver el post Arminio y los bosques de Germania.


Escrito por Rosa, jueves 30 de octubre de 2014.

Enlaces

Post sobre cuercos (especies del género Quercus) en este blog.

Santuario Virgen del Robledo, Constantina, España.

Basílica Nuestra Señora del Roble, Monterrey, México.

La magia de los árboles de Ignacio Abella. Integral. Edición de1999. 

Arminio y los bosques de Germania

La cultura occidental nunca se ha desprendido del todo de sus mitos de la naturaleza. Los cultos que buscamos en otras culturas nativas, como el bosque primigenio, el río de la vida o la montaña sagrada, en realidad están vivos en nosotros mismos; solo tenemos que saber dónde buscarlos. El libro de Simon Schama Paisaje y Memoria¹ es un viaje a través de espacios y épocas, un ejercicio de arqueología cultural que saca a la luz las venas del mito y la memoria que están ocultas bajo la piel del paisaje.
Landscape&Memory_coverDe la mano de Schama recorremos la historia cultural de Alemania buscando los bosques en sus mitos, sus memorias y sus obsesiones. El capítulo (de 60 páginas), oportunamente titulado «El camino a través de los bosques» (Der Holzweg: The Track Trough the Woods, en alemán e inglés en el original) comienza con Tácito y termina con el neoexpresionista Anselm Kiefer.

La Germania de Tácito

Cornelio Tácito escribió su obra Germania² posiblemente en el año 98 d.C., al comienzo del reinado de Trajano en Roma. En su texto describe las tierras localizadas al norte del río Rin y las costumbres de los pueblos germanos que las habitaban, con referencias interesantes a su relación con los bosques.

El paisaje de la Germania de hace 2.000 años era predominantemente forestal: «El terreno, aunque variado en su aspecto, está en general lleno de bosques» (p. 39).

En contraposición a las densas y populosas ciudades romanas construidas con piedras y ladrillos, los germanos habitaban en casas de madera dispersas por un paisaje forestal: «no habitan ciudades, como nosotros, y ni siquiera aguantan que sus casas estén juntas unas a otras. Dispersos y separados, viven en donde una fuente, un campo o un bosquecillo les place» (p. 50).

En varias partes de la obra se refiere Tácito a la relación de la cultura germana con los bosques sagrados. «No juzgan adecuado para la grandeza de los cielos encerrar a los dioses entre paredes ni presentarlos en forma humana, por ello, les consagran bosques y frondosidades y deifican el misterio que solo ven con su veneración» (p. 44). «Llevan a la batalla ciertas efigies e insignias sacadas de los bosques sagrados» (p. 42). «Se reúnen los representantes de los clanes en un bosque consagrado por los augurios de los patriarcas y por un respeto ancestral» (p. 76).

Como producto de origen arbóreo, resulta muy interesante la descripción sobre el comercio del ámbar báltico: «buscan el ámbar y lo recogen en los bajíos y en las misma orillas. Durante mucho tiempo permaneció tirado entre los demás despojos del mar, hasta que nuestro gusto por el lujo le dio importancia. Aceptan, admirados, el precio que se les ofrece por ello.»

Tácito presume del avance en la «ciencia» romana y nos regala algunos detalles bastante precisos sobre la naturaleza del ámbar. «No se han cuestionado, sin embargo, como bárbaros que son, por la naturaleza y la formación de este producto. Se piensa que es un exudado de los árboles, pues muchas veces se ven en su interior ejemplares de ciertos animales terrestres y volátiles que, engullidos en un líquido viscoso, quedaron apresados en él al solidificarse» (p. 83).

Ahora sabemos que el ámbar es una resina fosilizada que se produjo en los bosques de las orillas del Báltico durante el Eoceno, hace unos 44-47 millones de años. Se pensaba que fue producida por pinos o araucarias, pero las investigaciones recientes, usando técnicas de microespectroscopía de infrarrojos, apuntan a que el ámbar báltico fue producido por árboles de la familia sciadopitiáceas, unas coníferas que estaban muy extendidas por el Hemisferio Norte y de las que solo sobrevive el pino parasol (Sciadopitys verticillata), endémico del Japón. Pero esa es otra historia.

Volviendo a la obra de Tácito, en ella destacaba las virtudes de los germanos para criticar los vicios de Roma: «Es tan admirable su primitivismo. Plantándole cara a los hombres y a los dioses, han conseguido algo dificilísimo: no echar en falta ni siquiera la tentación» (p. 85). «A nadie divierte allí los vicios, y no llaman «moda» a corromper o ser corrompido» (p. 53). Estas observaciones de Tácito sugieren que los estereotipos de las virtudes de los pueblos europeos del norte y los vicios y corrupción de los del sur persisten desde hace dos milenios.

Algunos han visto una intencionalidad política en la obra, al avisar sobre la potencia bélica de los vecinos del norte. «Los germanos destruyeron al tiempo cinco ejércitos consulares del pueblo romano; incluso le ocurrió lo mismo al César y a Varo con sus tres legiones» (p. 73). Aquí alude Tácito a la gran derrota que tuvo lugar en el bosque de Teutoburgo, en el año 9 d.C. Esta batalla fue para muchos el acto fundacional de la nación alemana.

El bosque de Teutoburgo y el mito de Hermann

El bosque fue el principal aliado de Arminio, príncipe de los queruscos, en la decisiva batalla contra las legiones mandadas por Publio Quintilio Varo. Según cuentan las crónicas, en septiembre del año 9 d.C. Varo se trasladaba con todo su ejército a los cuarteles de invierno del río Rin. Una cohorte de caballería germana comandada por el joven Arminio acompañaba a Varo como tropa auxiliar. En el trayecto, con el argumento de someter una tribu local que se había rebelado, Arminio convenció a Varo para que tomaran un desvío y se adelantó con su caballería.

Excavaciones y Museo en Kalkriese, dónde se supone tuvo lugar la batalla. Foto: David Crossland.

Excavaciones y Museo en Kalkriese, dónde se supone tuvo lugar la batalla. Foto: David Crossland.

La lenta y pesada caravana de unos 20.000 hombres (soldados, civiles, esclavos, mujeres y niños) con sus equipajes se extendía varios kilómetros, serpenteando por los senderos estrechos del bosque. En una angostura, entre la boscosa colina de Kalkriese y una zona pantanosa, los estaba esperando un ejército formado por varias tribus germanas que se habían unido al mando de Arminio. Fue la «emboscada» por excelencia. El bosque impenetrable, bien conocido por los atacantes, impidió el despliegue de las tácticas de las legiones romanas, diseñadas para la lucha en espacios abiertos. El ataque de las tribus germanas duró cuatro días hasta la completa aniquilación de los expedicionarios romanos y el suicidio de Varo.

La terrible derrota de las tres legiones contribuyó a que los romanos desistieran de conquistar los terrenos al norte del río Rin. Establecieron una frontera fortificada (Limes Germanicus), más allá de la cual se extendía la Germania Magna o Germania Libera.

Arminio y su epopeya en el bosque de Teutoburgo fueron olvidados durante siglos, hasta que en el siglo XVI se descubrieron las copias de las obras de Tácito en un monasterio alemán. Empezaron a publicarse nuevas ediciones y el mito de Arminio, el héroe liberador de Germania, fue creciendo y tomando forma de nuevo. Parece que fue Lutero el que reforzó el mito, renombrando al héroe como Hermann («hombre de guerra») y defendiendo su papel en el combate contra el vicio y la decadencia de la civilización latina (vaticana en este caso).

En 1875, el Kaiser Guillermo I inauguró una gigantesca estatua de bronce del héroe Hermann blandiendo su enorme espada (de 7 m) y mirando hacia Francia; celebraba así la victoria en la guerra franco-prusiana y la unificación de Alemania. Durante los siglos XVIII y XIX, el héroe Hermann, guerrero musculoso con largos cabellos rubios, fue el personaje central de más de 50 obras de teatro y óperas en Alemania.

Para el escritor David Crossland, «la historia de Arminio es una lección de cómo la Historia puede ser inventada y convertida en propaganda. Desde que la crónica de la batalla escrita por Tácito fue redescubierta en el siglo XVI, los nacionalistas han transformado al líder germánico en un icono para forjar la unidad contra el enemigo común percibido, ya sea el Vaticano, Francia o los judíos.»

Epílogo

Durante mi viaje a Berlín en el pasado marzo, me acerqué al Museo de Arte Contemporáneo, donde (tras pagar la excesiva entrada de 14 euros) pude examinar la obra de gran formato que Anselm Kiefer dedicó a la batalla de Teutoburgo.

Kiefer_hall

Se titula «Caminos de sabiduría del mundo: la batalla de Hermann» (Wege der Weltweisheit: die Hermanns-Schlacht, 1980).

Kiefer_trunksEn el centro figuran los troncos de los árboles del bosque de Teutoburgo, con llamas a sus pies. Una serie de retratos de personajes de la historia intelectual de Alemania, como Kant o Heidegger, junto a militares como von Clausewitz o el fabricante de armamentos Krupp se conectan entre ellos y también con las llamas mediante líneas de circuitos.

«Más tarde o más temprano, los caminos de sabiduría en este bosque llevan al infierno», leo en la nota explicativa.

 

Es un día soleado de invierno, salgo del museo y me dirijo al bosque de Tiergarten, el pulmón de Berlín. Los robles, las hayas y los alisos están todavía sin hojas, pero en la tierra florecen las campanillas azules, narcisos y hepáticas. Un largo paseo por el bosque tiene un efecto refrescante y reparador. Los pacíficos berlineses pasean sus perros o hacen ejercicio por el parque. El mito de Arminio se desvanece en esta nueva Alemania.
_________________________________________________
¹ Simon Schama (1995) Landscape and Memory. Capítulo 2. «El camino a través de los bosques» págs. 75-134. Fontana Press, Londres.
² Cornelio Tácito (2011) Germania, traducción y notas de Juan Luis Posadas. Aldebarán, Cuenca.

Escrito por Teo, jueves 3 abril 2014.


Enlaces

Artículo de David Crossland sobre el mito de Arminio, Spiegel International 2009
Museo en Kalkriese, lugar de la batalla del bosque de Teutoburgo