La escucha atenta de los árboles es una práctica muy querida por poetas, artistas y buscadores de la espiritualidad en la naturaleza.
La emoción de pasear en silencio por un bosque y «oír hablar a los árboles» se percibe en las bellas palabras de Juan Ramón*:
Ayer tarde
volvía yo con las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.
La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.
…………………….
Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.
Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.
………………..
Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.
………………..
Y ¿cómo desengañarles?
¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.
Y ya muy tarde, muy tarde,
oí hablarme a los árboles.
Solo espíritus muy sensibles pueden captar y entender el idioma de los árboles. Sin embargo, el artista Alex Metcalf ha hecho realidad que el público pueda escuchar físicamente a los árboles con su «Proyecto para Escuchar al Árbol» (en inglés, Tree Listening Project). Con la ayuda de micrófonos especiales conectados a auriculares se puede oír cómo el agua es succionada desde las raíces hasta las hojas a través de los conductos del xilema (sistema de cañerías vivas del árbol). Se oyen chasquidos que se producen al pasar el agua a través de las células del conducto y formarse burbujas por el fenómeno denominado cavitación (formación de burbujas de aire por los cambios de presión del líquido). También se oye un murmullo profundo causado por las vibraciones del tronco al moverse la copa con el viento.
Con esta instalación el artista pretende «proporcionar una experiencia que vincule a la ciencia con el arte, captar la atención del público sobre lo que ocurre en el interior de un árbol y despertar un interés especial por los árboles».
Los científicos también escuchan a los árboles, o más bien los auscultan, para interesarse por su salud. En los años 80s del siglo pasado se desarrolló un «medidor del estrés producido por la sequía» que detectaba las emisiones acústicas ultrasónicas (las que tienen frecuencias superiores a las audibles, es decir más de 20 KHz) producidas por las cavitaciones en los conductos del xilema. El método tenía la ventaja de no ser invasivo, pero fue criticado y abandonado por sus limitaciones metodológicas. Posteriormente, el desarrollo de nuevas tecnologías acústicas ha renovado el interés por estas técnicas para estudiar el estado fisiológico de los árboles.
La colaboración del fisiólogo suizo Roman Zweifel con el artista sonoro y músico Marcus Maeder se ha plasmado en un proyecto de investigación que tiene como objetivo explorar las relaciones complejas entre la fisiología de los árboles y el clima. Mediante la representación acústica y artística de los procesos fisiológicos que ocurren en el árbol, es decir volviendo perceptibles aquellos procesos que están más allá de nuestros niveles normales de audición, se crean nuevas experiencias y de esa forma se abre una visión nueva de la naturaleza.
«Cada especie de planta, incluso cada árbol individual, tiene su propia señal o firma acústica que está relacionada con su estructura particular y con las condiciones del clima local». Según los investigadores, estudiando las emisiones acústicas del árbol en respuesta a las condiciones climáticas cambiantes y relacionándolas con las propiedades biológicas y físicas, se llega a conocer mejor la ecología y fisiología del árbol.
La próxima vez que pasees por un bosque o te acerques a un árbol, a esa hora en que «la soledad es eterna y el silencio inacabable», podrás disfrutar con los sonidos de las hojas agitadas por el viento y escuchar los gemidos de ramas y troncos. Recuerda entonces que también hay una música misteriosa, imperceptible para nuestro oídos, un concierto de murmullos y chasquidos ultrasónicos que cada árbol emite con su voz única individual.
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* Del poema «Árboles hombres», en el libro «Romances de Coral Gables», por Juan Ramón Jiménez, 1948.
Escrito por Teo, jueves 26 de septiembre
Poema de Juan Ramón Jiménez «Árboles hombres»
Instalación de Alex Metcalf «Escuchar al Árbol»
Proyecto suizo sobre emisión acústica y fisiología del árbol

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Me parece interesantísimo el artículo y describe una línea de investigación que desconocía por completo. Los árboles, sobre todo los árboles viejos desprenden una solemnidad que me inspira respeto.
Descubrí este blog, recientemente y lo encuentro muy interesante. Desde hace mucho tiempo, los árboles me atraen de sobremanera, me seduce su vida misteriosa y silenciosa. Cada vez que tengo oportunidad, abrazo un árbol y me empapo de su energía. Esta práctica de audición, a la que alude el artículo, me parece interesante y novedosa, aunque yo sigo prefiriendo poner sólo mi oído y escuchar con el corazón el idioma de los árboles.
Gracias Maya por tu comentario. Cada persona tiene su forma especial de escuchar y amar a los árboles. Un saludo.