Hojecer silencioso

Cada año llega un momento en que a las ramas desnudas de los árboles comienzan a brotarles puntas verdes por las que asoman las primeras hojas nuevas. Sigilosamente, pero a la vista de todos, el verde vivo de la clorofila nueva aparece y se esparce, pincelando los árboles desnudos de calles y parques, de lejanos y recónditos bosques. Vuelve la primavera. Vuelven a verdear las ramas vacías de las frondosas al despertar del sueño invernal. La fuerza vital de la naturaleza se manifiesta.

Brotes berlineses

Las ramas reverdecen en silencio. El crecimiento orgánico es silencioso igual que la luz, las mareas, el movimiento del cosmos y otras fuerzas físicas que nos afectan. En medio de tantos ruidos, sonidos y voces que acompañan nuestra vida, hay que estar muy atentos a ese silencioso verdear para advertir, disfrutar y conectar con esa fuerza nueva que despierta con la luz y el calor primaverales y dejarse llevar por su poder.

Los artistas, pensadores y poetas suelen prestar atención al resurgir del verdor en los árboles; lo ven, lo captan y lo cuentan. Un querido amigo* me recordó el “Poema del árbol” de José Ángel Buesa (1910-1982), donde el poeta cubano dialoga con un buen árbol en el preciso y sublime momento en que le brota su primera hoja:

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento.

Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.

Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.

Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.

No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.

Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde…

¿Cuántas personas piensan en las hojas? El botánico, urbanista, educador y pacifista escocés Sir Patrick Geddes (1854-1932) quizás respondía a esta pregunta cuando escribió: “La hoja es el principal producto y manifestación de la vida; este es un mundo verde, en comparación con el cual el mundo animal es pequeño y depende completamente de él. Por las hojas vivimos.” Geddes conoció a Darwin, Tagore y Gandhi, se declaraba “biocéntrico” y expresó así su admiración por las plantas y sus ciclos estacionales: “La vida es de hecho universalmente rítmica, tanto en el animal como en la planta; pero la planta es más pasiva y plástica a las condiciones e influencias del cambio ambiental y de ahí que el cambio estacional de la vida de las plantas llegue a ser el espectáculo más impresionante de la naturaleza viviente”.

Geddes fue un pionero (aunque no bien reconocido) de la educación ambiental y su apreciación de la función de las hojas era tal que eligió la expresión «Por las hojas vivimos» (By leaves we live, en inglés) como su lema :

Por las hojas Vivimos

Existe un verbo castellano para expresar la acción de “brotar las hojas al árbol”: hojecer. Es un vocablo antiguo, poco usado, que me gusta mucho porque es rotundamente descriptivo a la vez que poético. Hojecer es una señal inequívoca del ritmo cíclico de la naturaleza. El árbol caducifolio que hojece de nuevo en primavera encarna el símbolo de la vida en el continuo fluir dinámico de las estaciones, en el ritmo permanente de muerte y regeneración.

El reverdecer primaveral y el ritmo estacional han fascinado al ser humano desde los tiempos primigenios. Su misterio dio origen al mito de Perséfone.

persefone iLa diosa griega Perséfone (Proserpina en la mitología romana) era hija de Deméter, diosa de la naturaleza y la agricultura. Un día que se encontraba paseando sola por los campos, apareció Hades, el dios del Inframundo, la raptó y la llevó a su reino de Tinieblas para casarse con ella. La madre desesperada salió a buscarla por todos los rincones del mundo, convirtiendo en desierto todo lo que pisaba, mas fue en vano. Entonces Zeus intervino y ordenó a Hades que liberara a Perséfone, pero ella ya había comido algunas semillas de granada y Hades no dejaba abandonar el submundo de los muertos para siempre a quien probara su fruta. Al final Hades acordó que volviera a la tierra seis meses cada año para estar con su madre y pasara los otros seis meses con él en su reino. Desde entonces, durante el tiempo en que Perséfone está con Deméter todo reverdece y la vida renace por la faz de la tierra.

Los árboles que protagonizan en Europa el fenómeno de hojecer al final de su desnudez invernal son árboles de gran personalidad: roble, haya, abedul, olmo, tilo, fresno o aliso. Son grandes, robustos y de copa voluminosa. Habitan la zona templada europea donde hay suficiente lluvia y nutrientes para poder regenerar todo el follaje cada año. Se podría decir, al menos para los habitantes del viejo mundo, que este tipo de árboles representan el “arquetipo del árbol”, el modelo original y primario de árbol. Son los árboles que aparecen en los cuentos populares recopilados por los hermanos Grimm, que eran alemanes y vivían en plena zona templada europea. Con la universalización de estos cuentos clásicos la imagen de árboles portentosos como el roble la hemos integrado en la memoria colectiva y representan “el árbol”, sea sagrado, mágico, hechizado o simple escenario de aventuras.

Participar en la ciencia

¿Qué día viste la primera punta verde en los olmos de tu calle, en el tilo de tu jardín? ¿Lo anotaste? Observar y anotar la fenología (ciencia del registro de hechos naturales que ocurren regularmente) de animales y plantas puede ser una costumbre que empiece como una afición y termine aportando datos útiles a los científicos que estudian evidencias del cambio climático. Los árboles están hojeciendo antes y también están adelantado la floración, posiblemente debido al calentamiento global. Los biólogos han tomado conciencia de la importancia de los registros de los aficionados y se están poniendo en marcha estrategias para contar con este caudal enorme de información. En Reino Unido, por ejemplo, el proyecto Nature’s Calendar es una iniciativa de «ciencia ciudadana» (citizen science, en inglés) en el que están participando más de 50.000 voluntarios.

Catalpa naciente

Razones para dejar un día nuestros quehaceres rutinarios y salir en busca de la primavera hay muchas. Inspirarnos en la poesía del verde, conectar con nuestra naturaleza cíclica u observar cómo y cuándo hojece nuestro árbol más próximo son solo algunas. Una sola pequeña hoja verde naciente puede revelarnos la esencia de todo el universo.

Escrito por Rosa, jueves 24 de abril de 2014.

* Véase Comentario de Eugenio en «Sobre este blog». La poesía «Poema del árbol» está incluida en la obra Nada llega tarde (Antología poética), publicada por Editorial Betania, Madrid, 2001. Página 169.

Patrick Geddes en Ballater Geddes Project 2004
Web Nature’s Calendar

5 comentarios en “Hojecer silencioso

  1. Bruno

    Todo un descubrimiento este blog, tan interesante y bien escrito, tan cuidado en los detalles como nos comentabas ayer. Tuve la suerte de asistir a la ruta de Jane’s Walk y de conocerte, Rosa, ahora espero seguir las huellas que vayas dejando en este espacio virtual que, no obstante, también ha sido capaz de conectarnos.

    ¡Un cordial saludo!

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    1. Rosa Autor

      ¡Bienvenido!, Bruno, a este otro paseo por los árboles invisibles. Estoy feliz por el doble reencuentro contigo. En el itinerario Jane’s Walks hubo una sintonía muy hermosa entre todos, cada persona añadió algo. En el blog pasa igual con los comentarios, lo enriquecen. Gracias por el tuyo. Un abrazo

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  2. Rosa Icela Santellanes Madrigal

    Tus escritos me permiten desplazarme en tu mundo, como hoja en el aire. Soy jardinera, amo la naturaleza y desde hace mucho tiempo registro los cambios y evoluciones de mis jardines, llevo mi bitácora verde, mis sueños azules y mis pensamientos fluyen y pasean dorados por el sol. Me encantó esa bella nueva palabra que hoy aprendí… ¡HOJECER!

    ¡Gracias por la información!

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    1. Rosa Autor

      Un placer conocerte, Rosa Icela. Y gracias por tus palabras. Compartimos inquietudes y sensibilidades. Es emocionante que te haya fascinado como a mí la palabra «hojecer». Yo la encuentro perfecta: bella y plena de significado. Veo que tú dominas su sentido pues escribes tu bitácora verde, donde seguro habrás registrado muchos hojeceres. Un cariñoso saludo.

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