La Ecología española goza de buena salud. Durante la semana del 8 al 10 de mayo nos hemos reunido más de 270 ecólogos en el congreso de la Asociación Española de Ecología Terrestre (AEET) en Pamplona. La excelente organización a cargo de Bosco Imbert y su grupo de la Universidad Pública de Navarra han contribuido al éxito de las jornadas en un ambiente riguroso en la ciencia y agradable en lo humano. Las tareas variopintas del ecólogo moderno se ven reflejadas en el simpático logo diseñado por Kukuxumusu para este congreso.

Logo diseñado por Kukuxumusu para el congreso de la AEET.
En esta reunión de investigadores el «buscador de árboles» encontró numerosas ocasiones para aprender sobre la biología de los árboles y sus interacciones con los demás organismos en los ecosistemas forestales.
Uno de los simposios estuvo dedicado a la ecología de los «quercus» (árboles del género Quercus): encinas, robles, alcornoques y quejigos. La ponencia de Walter Koenig (Universidad de Cornell, EEUU) nos ilustró sobre el fenómeno de la vecería, es decir, la variabilidad entre años y la sincronía entre árboles en la producción de semillas (bellotas), con ejemplos de los “encinos” de California. Destacó la importancia que tiene para la fauna los grandes pulsos de producción otoñal de bellotas por cientos de millones de “encinos”. Desde 1994, cada otoño, Koenig y sus ayudantes recorren California estimando la producción de bellotas en 1.000 árboles repartidos en 19 sitios. La importancia relativa de los factores ambientales (clima y recursos) frente a las presiones evolutivas (saciado de los depredadores de semillas) para explicar la vecería sigue siendo un tema de controversia en ecología.
Dentro del mismo simposio, Mario Díaz (Museo de Ciencias Naturales, CSIC) dedicó su ponencia al sistema «dehesa», formado por árboles dispersos (encinas y alcornoques) en una matriz de pastizal. El manejo agro-silvo-pastoral ha transformado el bosque original en este tipo de paisaje sabanoide que ocupa más de tres millones de hectáreas en el centro, oeste y sur de Iberia. Gracias a la producción de bellotas en las dehesas se genera carne de calidad (derivados del cerdo ibérico). Sin embargo, este sistema productivo y rico en biodiversidad no es sostenible a largo plazo por la falta de regeneración del arbolado. Se podría favorecer la regeneración de las encinas, mantener la biodiversidad y seguir alimentando al ganado mediante un manejo a escala de paisaje, con manchas excluidas del pastoreo temporalmente.
El simposio sobre la ecología de los “quercus” tuvo además 16 comunicaciones orales y 7 en forma de carteles que trataron diversos aspectos: factores que influyen sobre la regeneración, papel de los dispersores y los depredadores de semillas, ecofisiología de la tolerancia al frío y la sequía, función de las micorrizas, y procesos asociados al decaimiento y mortalidad. La calidad de las investigaciones españolas relacionadas con los «quercus» se refleja en la posición de España como segunda potencia científica (después de EEUU) en la publicación de artículos en revistas indexadas (12% del total mundial) que tratan sobre estos árboles. Hay que tener en cuenta que el género Quercus tiene más de 400 especies que se distribuyen por todo el Hemisferio Norte, con centros de diversidad en México y en China, para apreciar la valiosa contribución de la ciencia española en este tema.
Además del simposio sobre “quercus”, en el Congreso tuvimos otras 9 sesiones paralelas (con un total de 185 comunicaciones orales y 75 carteles) que no se pueden resumir en esta breve entrada. Los árboles fueron el objeto central de estudio del simposio dedicado a la Dendrocronología, la ciencia que escruta los anillos de crecimiento de los troncos para reconstruir el pasado. En el simposio sobre Ecología tropical asistimos maravillados a los estudios de bosques megadiversos donde más de 200 especies diferentes de árboles coexisten en una superficie de 1 hectárea. Pedro Jordano (Estación Biológica de Doñana, CSIC) llamó la atención sobre la importancia de las interacciones ecológicas en los bosques tropicales complejos; por ejemplo, la caza excesiva puede llevar a la “defaunación” de la selva y a una pérdida de servicios ecosistémicos al faltar elementos claves para la polinización y la dispersión de semillas. En conjunto, el Congreso ha servido para afianzar el buen nivel alcanzado por la Ecología en España (ocupa el puesto 8º en la producción científica sobre Ecología y Medio Ambiente, mientras que comparativamente está el 13º en Producto Interior Bruto). Una posición alcanzada por un proceso lento y costoso que puede venirse abajo si no cuenta con el apoyo debido de la Administración y la Sociedad en estos tiempos de crisis económica y de valores.
Cuidemos de los árboles viejos
La sesión «Conservación y gestión de árboles viejos y bosques maduros» formó parte de las actividades abiertas al público dentro del Congreso. Se presentaron dos iniciativas que persiguen la valoración y conservación de los árboles que tienen una edad avanzada. Suponen un nuevo modo de contemplar esos árboles viejos que tradicionalmente se han considerado focos de enfermedades y han sido eliminados por los gestores forestales productivistas.

Visitando un haya trasmocha en Arrazola, Irati.
El proyecto europeo EnArbolar: Grandes árboles para la Vida es una iniciativa conjunta de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente y la Diputación de Valencia que persigue la conservación de los árboles viejos y los bosques maduros en la red Natura 2000 y la Red de Espacios Protegidos de España. Para Bernabé Moya (Diputación de Valencia) «un árbol singular es aquel árbol que cuando desaparece lo echamos de menos». Son elementos claves del paisaje agroforestal y del urbano, por su papel como reductos de biodiversidad, testigos del cambio climático, dinamizadores sostenibles de las economías rurales y herramientas de educación medioambiental. Sin embargo, se estima que más del 80% de los árboles singulares de España han desaparecido en el último siglo. Para este proyecto es fundamental contar con la participación ciudadana en el cuidado de los árboles viejos que forman parte de la identidad cultural y paisajística de los pueblos.
Oscar Schwendtner (Amigos de los Árboles Viejos de Navarra) resaltó la importancia de los árboles viejos como micro-ecosistemas que albergan una diversidad de organismos (hongos, insectos saproxílicos, pequeños carnívoros y murciélagos). En muchos sitios de Navarra persisten bosques viejos «culturales», montes huecos que fueron conformados por una gestión tradicional que consistía en el descabezado de los árboles a 2-3m de altura, el trasmocho (poda) cada 10-20 años para leña y carbón, y el pastoreo. Puso como ejemplo las hayas (Fagus sylvatica) trasmochas, centenarias que llevan más de 50 años sin ser podadas; tienen un crecimiento desproporcionado de las ramas en forma de candelabro, y el gran peso de la copa, en especial cuando se acumula nieve, las termina tumbando y descalzando. Con ayudas europeas y del Gobierno de Navarra se están realizando retrasmochos experimentales para conservar algunos de estos árboles centenarios.
Primavera en la Selva de Irati
El broche del Congreso fue la visita a la Selva de Irati, cerca de la frontera con Francia. En este bosque frondoso de más de 17.000 hectáreas las hayas habían despertado del letargo invernal y ofrecían un magnífico espectáculo con sus nuevas hojas, de un verde traslúcido, que captaban con avidez el dióxido de carbono estimuladas por la energía del sol.
Los guías Koldo y Puy (Itarinatura) nos informaron de forma amena sobre la historia, la geología, la fauna y la flora, y también sobre la gestión y las costumbres de los habitantes del bosque. Después de atravesar una zona de prados alpinos nos adentramos en el hayedo de la Reserva de Mendilatz, el territorio del mítico «Basajaun» o señor del bosque. Era impresionante contemplar las hayas de troncos rectos que se elevaban hasta los 30m de altura; alguien estimó que podían tener entre 100-150 años.

Hayedo de Irati.
Entre las rocas cubiertas de musgo se extendía un tapiz de herbáceas con hojas lanceoladas y racimos de flores violetas (Scilla lilio-hyacinthus). Estas bulbosas del sotobosque aprovechan el breve periodo primaveral en que las hayas están desnudas y pueden captar luz suficiente para completar su ciclo, antes de que el denso follaje las envuelvan en la penumbra. También vimos en el sotobosque rodales de boj (Buxus sempervirens), cuya madera es muy apreciada para ebanistería y para la fabricación de cucharas. Comentaba Puy que cada tipo de árbol tenía un significado diferente para los habitantes del bosque: con el abedul (Betula alba), árbol típico de las etapas pioneras del bosque, se fabricaban las cunas mientras que la madera del tejo milenario (Taxus baccata) era la más adecuada para el ataúd.
Terminamos la visita en Arrazola admirando unas viejas hayas trasmochas. Sus enormes troncos masivos pero de poca altura parecían esculturas vivientes. Habían sido retrasmochadas (podadas) para evitar su colapso, como parte de un programa de la Junta del Valle de Aezkoa con ayudas del Gobierno de Navarra. Su aspecto contrastaba con las hayas de tronco recto, esbelto que habíamos visto en el bosque de la Reserva.
Final de una semana de Ecología y Árboles en las verdes y frondosas tierras de Navarra.
Escrito por Teo, jueves 16 mayo 2013.
Congreso de la AEET 2013 en Pamplona
Seguimiento de la producción de bellotas en California
Proyecto EnArbolar: Grandes árboles para la Vida
Amigos de los Árboles Viejos de Navarra
Recorridos naturalísticos Itarinatura